La historia se repite cada vez que hay un suceso que concita la atención de los medios de comunicación, eso que ahora se llama un caso mediático –expresión que me espanta tanto como viral–: la prensa pretende que el asunto se resuelva de acuerdo a sus tiempos, que nunca coinciden con los tiempos reales, los de la justicia y los de una investigación rigurosa, la única posible en un estado de derecho. Periodistas y, especialmente, doctores en todología asiduos de tertulias, no sólo piden, sino que exigen la resolución de tal o cual asunto “que merece una respuesta contundente”, “no puede quedar impune” o “debe explicarse de inmediato”.

Ha ocurrido recientemente con dos sucesos terribles: la brutal agresión sexual a una menor en Igualada (Barcelona) y la muerte de Esther López en Traspinedo (Valladolid). En el primer caso han transcurrido cinco meses para que los Mossos d’Esquadra detengan al presunto responsable de la salvaje violación, calificada por el juez instructor como tentativa de homicidio. La UCAS de Mossos ha trabajado pacientemente y ha culminado una investigación extremadamente compleja, en la que han tomado declaración a cientos de testigos, han visionado incontables horas de grabaciones y han manejado interminables listados de teléfonos. Todo ello para concluir que el joven boliviano detenido es el responsable de las gravísimas lesiones de la víctima. Los Mossos no sólo han hecho una investigación minuciosa, sino que nunca han dejado de acompañar a la menor agredida, que se enteró de la detención de su agresor al mismo tiempo que le ponían los grilletes.

El caso de Esther López es aún más complejo. La Guardia Civil no ha logrado, después de más de tres meses de investigación, crear un relato de lo ocurrido. Sí ha ido acumulando indicios que han puesto a uno de los amigos de Esther, Óscar, delante de la jueza con la condición de investigado. Todos, los primeros los familiares de la víctima, desearíamos que la investigación hubiese fructificado en algo menos evanescente, más sólido. Pero la justicia y la investigación criminal tienen estos tiempos. Y para ellos no valen los grises ni los sí, pero. Eso es cosa de doctores en todología.