Me preguntaba hace unos días una persona en Twitter: "¿Para quién va destinada una película, una serie, una obra de arte, para el ojo educado y experto del crítico, o para el gran público?". Huelga decir que en sus palabras se intuía que compartía la opinión de Lope de Vega sobre el gran público: "Porque, como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto".

Lope de Vega era muchas cosas, empezando por un genio y terminando por un cínico y un pesetas. Podríamos pensar que entre el siglo de Oro y nuestros días las cosas han evolucionado un poco, que la gente ha desarrollado un cierto sentido crítico, y es verdad. No conozco a una sola persona que lleve lechugas, tomates y hortalizas a una sala de cine o a un teatro y que se dedique a arrojarlas al escenario o la pantalla en mitad del espectáculo. No, ya no lo hacen en mitad del espectáculo, lo hacen al final. Y no necesitan llevar los tomates en el bolsillo, lo llevan en el móvil.

Volviendo a la pregunta del principio: "¿Para quién va destinada una película, una serie, una obra de arte, para el ojo educado y experto del crítico, o para el gran público?", he decir que esta es la cuestión más importante de todas. Una obra de arte no se hace para ti. Se hace. Puede gustarte o no gustarte, y tienes derecho a manifestar tu opinión desde tu criterio personal. Pero que algo no te guste no te permite calificarlo como basura. Nunca. Incluso los profesionales formados nos equivocamos al juzgar algo de manera negativa. Hubo críticos reputados que odiaron El Padrino o Tiburón, y ambas son cumbres del cine.

Por eso, ante cualquier obra, conviene revisar dos veces la opinión. Meditarla dos veces. Meditarla CUATRO veces si esa opinión es negativa. Porque el triunvirato del mal acecha: EXPECTATIVAS-CONOCIMIENTOS-ESTADO ANÍMICO. Si tienes demasiado de lo primero y no lo bastante de lo segundo o de lo tercero, la inmediatez y la escasez de espacio te llevará a la polaridad: genialidad o mierda. Y ¿quiénes somos de verdad nosotros, para calificar algo como basura, sinceramente?

Yo, que tantas veces me he equivocado al juzgar, que tantas veces he creído como pésimo o desacertado algo que, a la postre, era mucho mejor de lo que pensaba, he tomado la decisión de renunciar a la inmediatez. Inmediatamente. Y, de paso, comentar algo que me parece terrible: las peticiones en Change.org que han firmado millones de personas pidiendo que "rehagan la última temporada de Juego de Tronos con guionistas competentes", o una similar para el episodio IX de Star Wars. Firmar esa petición no dice gran cosa de esos millones de personas, aparte de su edad mental: cinco añitos escasos.