Conozco a trabajadores del sector público que me cuentan que cobran, pero apenas trabajan, a la espera de investiduras y nombramientos. Aguardan al nuevo ministro o a la nueva consejera autonómica. Son empleados que tienen su puesto, pero su administración en funciones les tiene a medio gas. O sin hacer nada, me dicen otros. Me pregunto cuánto nos cuesta esta inoperancia a todos por la falta de acuerdos políticos.

Me encuentro también, cada vez más, a gente desengañada con la situación. Ese malestar que reflejan las encuestas te lo encuentras en la calle, con vecinos que te hablan de ideas variopintas. No pagarles a los políticos hasta que se pongan de acuerdo es bastante recurrente. Otros te aseguran que no volverán a votar, porque ya han votado demasiadas veces en pocos años. También los hay, por supuesto, que le echan toda la culpa a uno u otro líder.

Hay un clima de desconfianza en la política que nos debería preocupar. Desconfiar es algo que va de la ciudadanía a los políticos, pero también entre los propios dirigentes. Si algunos líderes demuestran que no se fían ni de ellos mismos, ¿cómo esperan que confíe en ellos la gente? Si los candidatos manifiestan desconfianza hasta en sus presumibles socios de gobierno, ¿cómo esperan que se fíen después los ciudadanos?

Esa desconfianza está aumentando también a partir de la falta de transparencia. La gente se posiciona a partir de información veraz, pero también sobre medias verdades, insinuaciones, suposiciones, falsedades, bulos… En estos días, mucha gente ha visto ya a Pablo Iglesias pedir la vicepresidencia del gobierno, a gays y lesbianas pegándoles a los de Ciudadanos en la manifestación del Orgullo y al PP gobernando Madrid sin haber necesitado a Vox.

Como Albert Rivera ya dijo que las imágenes de las agresiones han llegado "al mundo entero", queremos ver también por qué Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no se ponen de acuerdo. Pasado ya un tiempo prudencial para la negociación discreta, igual sería bueno que nos dijeran qué falla. Que Sánchez nos diga abiertamente si Iglesias exige una vicepresidencia y que el líder de Podemos lo confirme o lo desmienta. Que nos cuenten los pros y los contras de esto y, en general, del gobierno "de coalición" y del de "cooperación".

Tengan en cuenta que hay bastante mosqueo. Aunque haya demasiada gente que se ha acostumbrado a este mal rollo en la política. Cabría preguntarse si es el nivel político que nos merecemos o si en el pueblo no hay tanto vodevil. Como "es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde", nunca se sabe. Lo cierto es que en la calle hay hartazgo y desapego, aunque la peña está ya tan sorprendida con este culebrón de las investiduras como con la Justicia diciendo que Julio Iglesias tiene un nuevo hijo. Y lo sabes.