El PP ha publicado unos desafinados criterios para la contratación de músicos en Madrid con el dinero de todos: "ni contratos a grupos afines a Podemos, ni a condenados por humillar a las víctimas del terrorismo". La publicación de este tuit llegaba tras las cancelaciones de los conciertos de Def Con Dos y de Pedro y Luis Pastor. Imaginamos al "tribunal" de expertos populares deliberando sobre los sospechosos vínculos de los artistas con Pablo Iglesias o con las jotas que cantaba Echenique.

Claro que, poca broma, porque se trata de un mensaje discriminatorio ideológicamente con la afinidad que un músico quiera tener con el partido que le de la gana y pone al mismo nivel ser afín a Podemos que estar condenado por humillación a víctimas. Denota una caza de brujas inaceptable que los dirigentes del PP deben explicar, por más que, horas después de volver a desatar la polémica con el tuit, desapareciera de la "cuenta oficial del grupo municipal del PP y del equipo del alcalde" de Madrid.

Es un nuevo mensaje que se ha lanzado. Hay artistas y ciudadanos en general temerosos y desconcertados con los criterios de la nueva Administración en la capital de España. Publicaron que no hay contratos para afines a Podemos el mismo día que sabíamos que "no resulta reprochable" y se archiva el expediente de los policías que escribían en un chat que "Hitler es Dios", "Carmena merece una muerte agónica", "los comunistas tienen los días contados" o "hay que comenzar cacerías de guarros". Estos no eran afines a Podemos, porque también deseaban que explotara Pablo Iglesias. Y que estallara la Sexta, y Rufián y todo eran estallidos de amor, como para ponerles placa y pistola.

Eso sí, sin "contratos a afines a Podemos", porque el grupo municipal del PP nos hacía saber ayer que "las fiestas de Madrid van a volver a ser libres de odio y a estar a la altura de todos los madrileños". Suponemos que "todos" son los que ellos digan y que odiar no incluye la discriminación ideológica, ni esos mensajes cariñosos de quienes deben velar por nuestra seguridad. Bien haría el nuevo Ayuntamiento de Madrid en explicarse y centrarse en criterios de interés general, sin sectarismos, con variedad, pluralidad y oportunidades, por ejemplo para los artistas, dejándose de persecuciones ideológicas y rancias de otros tiempos.

En cuanto al veto a grupos con algún miembro condenado, imaginemos qué divertidas pueden ponerse las contrataciones en Madrid si vetan también a periodistas o a partidos políticos con condenas. Por ejemplo, por corrupción a título lucrativo. Si siguen ustedes ese sinuoso camino, señores del PP, ¿quién censurará al censor? A este paso, solo podrán cantar en Madrid las ranas. Esas que dijo Aguirre que le habían salido. No están ustedes para seguir dando lecciones de rectitud a los artistas. Y menos cuando vuelven a salir a la palestra su caja b, sus contratos amañados, sus campañas electorales adulteradas, su IBI, su Avalmadrid, su Granados, su Nacho González, su Esperanza y sus batracios. Que canten las ranas de Aguirre. Sería un conciertazo, sobre todo, si cantan todo lo que saben. Si vuelven a acordarse de la letra, eso sí que sería un festival inolvidable.