Estamos en "modo precampaña" para las elecciones autonómicas, municipales y europeas. Hasta que pase esa fecha, no espero que se despeje lo más caliente de los pactos de gobierno. Entretanto, habrá berrea, pero aún no veremos cómo queda la cópula. Habrá pellizcos y carantoñas. También golpes, choques y encontronazos, pero no se fíen. Los que ahora se pelean, luego se pueden amar.

Especialmente masoquista está siendo la relación en la derecha. Dicen que compiten por la moderación, pero se están dando duro. Un día Casado le llama chaquetero a Rivera y otro el líder de Ciudadanos afirma que el candidato del PP ha fracasado como máximo dirigente de Génova. Hay auténticos derechazos. Y eso que son mamporros por liderar el centro y la oposición.

Pablo Casado se pregunta si el partido naranja será la "respiración asistida" del PSOE tras las municipales y autonómicas y para gobernar España. Lo cierto es que, tras los 66 escaños de las generales, es el líder del PP quien más necesita ese balón de oxígeno. Las esperanzas de vida política de Casado pasan por poder sumar con Rivera y Vox en feudos importantes después del 26 de mayo. Ocurrirá, si pueden.

Hasta entonces, Albert Rivera no deja de darle con fuerza a Casado. Le dice que él hubiera pensado si dimitía con sus resultados y habla de un PP que se desmorona. También juguetean. En Ciudadanos les sale la risa floja cuando Casado, el hombre del máster, acusa a Rivera de haber plagiado el programa del Partido Popular. Y uno le dice otro que es de chiste y el otro le llama hipócrita. Extrema dureza en el centro de la pista.

Antes de las elecciones, Albert prometió que cambiaría España con un cartel que decía que la primera decisión de Pedro Sánchez en la Moncloa fue cambiar el colchón. En él podría tumbarse hoy Sánchez a contemplar la lucha por el segundo puesto. Qué tiempos también aquellos cuando, a estas alturas de la película, estaban los susanistas, los barones y la vieja guardia del PSOE diciéndole, a diario, con quién tenía que pactar. Y, sobre todo, con quién no.

Hoy, en Podemos, parece que no piden ministerios y han optado por negociar con discreción. Hoy, Sánchez no necesita a Ciudadanos para gobernar y muchos de esos barones, seguramente, sí. Las autonómicas y municipales despejarán el panorama. Por el momento, en Ciudadanos, están llamando "disidentes" del sanchismo a los socialistas que pacten con el partido de Rivera. Toda una declaración de amor. Un perfume para atraerles. Suave, moderado y desde el centro. Si me quieres, llámame disidente.

Son días de codazos, collejas y golpes bajos. También de guiños y arrumacos. Con mucho postureo, porque seguimos de campaña electoral. Seguramente, lo más intenso lo están haciendo cuando nadie les ve. Mientras, para todos los públicos, habrá azotes, escarceos, reproches y ataques de cuernos. Berrea. Estamos aún en preliminares.

A ver qué pasa el 26 de mayo y después. Mientras, son tiempos de enemigos íntimos, de condenados a entenderse y de poliamor. De no es lo que parece y de zascas de cara a la galería. Con mucho zurriagazo de quienes, en el fondo, se quieren. No se crean todo lo que ven, porque aún son tiempos de mucho golpe fingido y de pressing catch.