Dijo la simpar Isabel Díaz Ayuso que notaríamos los efectos secundarios del gobierno "radical" en 24 horas: "¿Qué pasará con España cuando lleguen a La Moncloa?, ¿al día siguiente qué va a ser del país?, ¿qué pretende de ellos? Van a destrozar España. No quedará España que presidir", predijo la presidenta madrileña hablando de los socios de Sánchez. Muerte y destrucción. Empezaríamos a convulsionar y alcanzaríamos el fallo multiorgánico.

Díaz Ayuso erró en el diagnóstico. Los efectos del gobierno de rojos serán retardados, porque, al menos por ahora, España sigue en pie. Ni un espasmo, ni una hemorragia. Seguimos estables, aunque sea dentro de la gravedad. Todo en orden. Hasta Díaz Ayuso sigue entre nosotros para marcar la diferencia. La normalidad es la nota destacada en estos días de cambio de gobierno. Ni muerte súbita, ni erradicación de nuestros problemas de la noche a la mañana.

Reina la normalidad. Ni un soviet, ni un gulag en La Moncloa. Ni Maduro declarado hijo predilecto, ni Otegi presentando las campanadas en la televisión pública, ni Rufián será nuestro abanderado en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio. Hay nuevo Ejecutivo, pero aún no han cambiado la bandera de España por otra con la hoz y el martillo. Señora Ayuso, si la contaminación no mata, ¿cómo va a matar un cambio de gobierno en democracia?

Alternancia de poder lo llaman. Viene a significar que no siempre mandas tú y no pasa nada. El mundo no se viene abajo. Hemos visto imágenes del nuevo Consejo de Ministros y no parece que estuvieran preparando el banquete para comerse a los niños de las familias neoliberales. La coalición de PSOE y Podemos anunciaba una subida de las pensiones o derogaciones en la reforma laboral y, aunque en la CEOE dicen que tienen miedo, eso luego se pasa. Además, hay obispos que dicen que rezan por la nación.

La gente tiene que levantarse de la cama para ir a currar como cada día. El que pueda. Antes de Sánchez, cuando Rajoy llegó a La Moncloa, pasó igual. Y eso que entonces habían prometido bajar los impuestos y los subieron nada más llegar. A la subida del IRPF para los currantes la llamaron "recargo solidario". Y también subieron el IVA, el IBI, las tasas universitarias, hubo copagos… Ni a pesar de estos sablazos nos dijeron entonces que España se derrumbaba, ni España se derrumbó.

La vida sigue adelante. En España hay nuevo gobierno y entra dentro de la normalidad. Es lo común en democracia. La alternancia de poder debe ser entendida como algo normal, salvo que entiendas que el poder es solo tuyo. Hay una coalición del PSOE y Unidas Podemos inédita, pero avalada por las urnas. Seguimos vivos. La situación está casi tan tranquila como Margallo en el Parlamento Europeo. Aunque la España que verdaderamente madruga y da el callo sabe que no conviene dormirse en los laureles.