Esta semana salpicada de festivos es la que dedico a decorar la casa. Uno de los primeros adornos es la corona de Adviento con cuatro velas que simbolizan las cuatro semanas que preceden al día de Navidad. El pasado domingo fue el primer domingo de Adviento, que es cuando se debe encender la primera vela como símbolo de esperanza. En algunas familias se coloca una quinta vela central de color blanco que se encenderá el día de Navidad. Las velas tradicionales están hechas de cera de abeja, aunque en la actualidad se suelen sustituir por velas de parafina, que resultan más económicas. Sin embargo, la cera emana menos hollines y residuos volátiles al quemarse, por eso también en las Iglesias es preferible usar velas de cera para preservar los retablos y las pinturas. Además, las velas de cera duran hasta cuatro veces más que las de parafina, y si no llevan perfumes desprenden un olor más cálido y reconfortante.

La diferencia entre la cera y la parafina es difícil de notar a simple vista, pero desde un punto de vista químico son materiales muy distintos. La cera de abeja está constituida por más de trescientos componentes (mezclas complejas de hidrocarburos alcanos de entre 24 y 33 carbonos, ácidos grasos, alcoholes grasos y sus ésteres), mientras que la parafina está compuesta en exclusiva por hidrocarburos alcanos (más pesados que los que contienen las ceras, hasta de 40 carbonos).

La cera de abeja la producen las abejas melíferas (Apis mellifera), en concreto las obreras. En la zona del abdomen tienen cuatro pares de glándulas ceríferas que secretan la cera en forma de escamas. Con la ayuda de las patas, llevan la cera hasta la boca, donde la amasan y la moldean utilizando la secreción de las glándulas mandibulares. Durante las dos primeras semanas en la vida de una abeja adulta puede producir una cantidad de cera equivalente a la mitad del peso de su cuerpo. Las abejas producen cera a partir de la miel y el néctar que consumen, pudiendo producir 1 kg de cera por cada 8 kg de miel. Las abejas obtienen azúcares del néctar y la miel que su metabolismo transforma en grasas. Parte de esas grasas las acumulan en sus propias células, los adipocitos, y otra parte la transforman en cera gracias a cofactores metabólicos presentes en el polen.

La parafina, en cambio, generalmente se obtiene del petróleo, de los esquistos bituminosos o del carbón. Se identificó por primera vez en 1830 al destilar petróleo. Su nombre deriva del latín parum "apenas" y affinis, así que significa "falta de afinidad" o "falta de reactividad", ya que es un material que se considera inerte.

A veces la parafina se usa para adulterar y abaratar la cera. Esto es un problema grave para los apicultores, ya que se considera una práctica fraudulenta. Resulta que en apicultura se suele usar cera estampada para guiar a las abejas en la construcción de panales. La cera estampada es una lámina de cera con formas hexagonales impresas que sirven para facilitar el trabajo y ahorrar tiempo a las abejas. Sin embargo, en ocasiones se observa que las abejas rechazan la cera estampada, se estresan, se comportan de forma extraña y no construyen las celdillas del panal de forma coherente. Este tipo de conductas anómalas se dan cuando la cera ha sido adulterada con parafina o con otras ceras vegetales. Las abejas detectan cualquier irregularidad de la cera y mediante su comportamiento dan señales al apicultor de que algo no está funcionando bien. Esto implica una importante pérdida económica para el apicultor y disminuye el rendimiento de la colmena en lo que respecta a la producción de miel y al desarrollo de las crías. Por eso se han desarrollado técnicas analíticas de separación y detección que permiten diferenciar la cera de la parafina como la cromatografía de gases GC-FID mediante la que se identifican los tipos de hidrocarburos que componen cada material.

Además de las técnicas analíticas, hay métodos de andar por casa que también resultan muy eficaces para diferenciar la cera de la parafina. La cera y la parafina huelen diferente. La cera huele a compuestos aromáticos complejos que recuerdan al sabor de la miel, mientras que la parafina no huele a nada. El problema de este método es que hay velas que incorporan perfumes artificiales que enmascaran el olor del material principal. Lo mismo sucede con el color, que suele alterarse con pigmentos. La parafina pura es un material blanco translúcido, mientras que la cera suele tener un color blanco más amarillento causado por los carotenos que provienen del polen. Las abejas alivianan la cera de los panales incorporando el polen cuando entra en contacto con sus secreciones bucales, por eso el color de la cera varía a lo largo del año a medida que cambia la floración. Otro fenómeno característico de la cera que se puede observar a simple vista son los afloramientos grasos, unos puntos blancos que emanan de la superficie como sudor. Son similares a los que le salen al chocolate. Están formados por grasa no esterificada que se cristaliza. Al cristalizar se expande, ocupa más volumen, por eso aflora hacia la superficie.

Otras formas de diferenciar la cera de la parafina requieren pequeños experimentos que se pueden hacer en casa. Como la cera contiene grasas y alcanos más cortos, es un material más flexible que la parafina. La cera se puede doblar sin romperla si se hace con cuidado. Mientras que la parafina se rompe desprendiendo pequeños trozos. Por eso la cera se usa para hacer moldes y modelos para fundición, porque puede ser tallada en frío sin que se rompa. El sonido de rotura también es diferente. Como la parafina es más dura emite un sonido grave y opaco cuando se quiebra. Al frotar con un dedo también se produce un sonido diferente. La cera desprende un sonido agudo, de resistencia. Mientras que la parafina apenas suena, o tiene un sonido apagado como el de frotar madera.

La diferencia entre la parafina y la cera también se ve al derretir y solidificar el material. La parafina sufre una mayor contracción al enfriar, por eso se suelen apreciar hundimientos en la superficie. La densidad de la parafina es similar a la de la cera cuando están en estado sólido. Sin embargo, en estado líquido la densidad de la parafina es menor, de ahí el efecto de contracción. Esto significa que la misma cantidad de cera de abeja y de parafina derretidas ocupan el mismo volumen, pero cuando se enfrían la parafina ocupará menos volumen que la cera, lo que permite diferenciarlas.

La cera y la parafina también se diferencian por su punto de fusión y capacidad calorífica. La parafina se funde en el entorno de los 50 ºC, mientras que la cera en torno a los 60-65 ºC, así que se pueden distinguir con un termómetro. Además, la cera tiene una capacidad calorífica notablemente superior, así que se puede observar que la cera se mantiene caliente más tiempo durante el proceso de solidificación. Es algo que se nota con solo tocar el material fundido con el dedo, la parafina se enfría rápidamente mientras que la cera, incluso sólida, mantiene el calor.

Otra diferencia importante entre una vela de cera y una de parafina es que las velas de cera duran más. Esto tiene que ver con el proceso de combustión. La cera –o la parafina– es el combustible de la vela que al combinarse con el oxígeno produce una reacción química exotérmica que provoca llama. Si se tapa la vela con un vaso, o se sopla, la vela se apaga por falta de oxígeno. Pero si se dejan dos velas del mismo tamaño encendidas hasta que se consuman totalmente, se verá que la vela de cera aguanta encendida hasta cuatro veces más tiempo que la de parafina.