Eso de que la piel bronceada está preparada para el sol es un mito. El bronceado es el síntoma de una piel agredida por el sol que trata de defenderse. Afortunadamente la piel tostada por los rayos ultravioleta no está tan de moda como lo estuvo en los años noventa. Una tendencia que tuvo sus vaivenes cuando los efectos nocivos para la salud no eran tan conocidos como ahora.

Antiguamente la piel blanca era un símbolo de distinción entre las clases altas. Por el contrario, las clases bajas solían tener la piel tostada la mayor parte del año porque trabajaban a la intemperie. Por este motivo la piel morena significaba pertenecer a la clase obrera y la piel blanca era algo así como la piel de alta alcurnia.

Todo cambió en los años veinte. Se estableció que estar pálido ya no resultaba atractivo, y entre los círculos más exclusivos se puso de moda la piel bronceada. Coco Chanel y Josephine Baker fueron las precursoras de la moda del bronceado.

Coco Chanel, tras regresar a París de unos días de vacaciones en un crucero por el Mediterráneo, llegó con la piel bronceada. Por aquel entonces Coco era una de las personas más influyentes; todo lo que hacía o decía se convertía en tendencia. De repente estar moreno significaba tener tiempo (ergo, dinero). Enseguida fue imitada por la población que pertenecía a la jet set o quería aparentarlo.

Hacia mediados de la década de los años veinte también se atribuye la moda de tomar el sol a la cantante y actriz afroamericana Josephine Baker. Era conocida como "la venus de bronce", "la mujer de la piel de caramelo" o "la perla negra". Su moreno natural fue imitado por muchas mujeres que tomaban el sol para parecerse a la mujer de moda.

El bronceado fue una tendencia que pegó tan fuerte que en 1928 el diseñador y perfumista francés Jean Patou lanzó al mercado el primer "aceite de bronceado": Huile de Chaldée. Era un concentrado perfumado con rosas y flores blancas que contenía pigmentos que tiñen la piel emulando el bronceado y salicilatos para calmar la inflamación causada por los eritemas solares. Este elixir fue el pistoletazo de salida de la carrera de los aceites con protección solar. El primero fue el desarrollado por el químico Eugène Schueller, conocido como el fundador de L'Oréal, que encargó a su equipo científico el desarrollo de un producto específico que protegiese de las quemaduras al mismo tiempo que facilitase el bronceado. Así nació en 1935 Ambré Solaire de Garnier, icono de la fotoprotección, como un aceite perfumado con jazmín que incorporaba un filtro mineral. El producto se probó primero en la Costa Azul y llegó al resto del país en 1936, año en que Francia aprobó las vacaciones retribuidas. Se convirtió en el símbolo de las vacaciones en la playa.

La radiación solar que produce el bronceado es la ultravioleta. Se divide en dos franjas: la UVA y la UVB. La radiación UVB es la que produce las quemaduras solares o eritema y opera sobre los melanosomas, las células productoras de melanina, la sustancia responsable del color de la piel. Es la que induce la producción de melanina, pero no provoca la pigmentación inmediata de la piel. De eso se encarga la radiación UVA, que es la que oxida la melanina y, por tanto, oscurece la piel.

El bronceado persistente y las manchas que aparecen de un año para otro son indicativo de daños por exposición al UVB. El UVA las saca a relucir. Por eso el bronceado saludable no existe, es solo la consecuencia del daño solar.

Además de la pigmentación inmediata y persistente de la piel, la radiación ultravioleta produce otros daños. Tiene tanta energía que es capaz de ionizar átomos, excitar electrones y romper moléculas en unidades más pequeñas formando radicales libres. Este cóctel de cambios químicos produce estrés oxidativo, que es el acelerador del envejecimiento de la piel y, lo más preocupante, produce alteraciones en el ADN que inducen procesos cancerosos.

Además la radiación ultravioleta, principalmente la franja UVA, es capaz de deteriorar la elastina y el colágeno, proteínas responsables de la textura, elasticidad y firmeza de la piel. Produce elastosis, que es la degeneración de las fibras elásticas de la piel, y queratosis, que es el engrosamiento de la epidermis.

Otros problemas cutáneos, como la rosácea, algunos tipos de dermatitis y el acné, se agravan a causa de la exposición a la radiación ultravioleta. Por eso es tan importante para la salud protegerse de la radiación ultravioleta, tanto la UVA como la UVB.

En la actualidad, estar bronceado o estar pálido no se corresponde con ningún estatus social. Aquella moda iniciada por Coco Chanel no ha llegado a nuestros días. Solo hace falta echar un ojo a las principales revistas de moda. Estar bronceado no es tendencia. De hecho, los personajes de moda lucen orgullosos sus pieles blancas, cuanto más parecidas a la porcelana, mejor. Y los que de forma natural son más morenos lucen orgullosos su piel. La tendencia es respetar el color natural que ha tocado. Una tendencia que nace del cuidado de la salud y que se ha convertido en un nuevo canon estético. Aquellos años en los que ponerse moreno era ir a la moda ya pasaron. Ponerse excesivamente moreno es, hoy en día, una horterada.