La mayoría de los lunares son benignos, sin embargo algunos pueden ser un melanoma, que es la causa principal de muerte por enfermedades de la piel. Aunque es menos frecuente que otros tipos de cánceres de piel, la incidencia ha aumentado rápidamente en las últimas décadas. El melanoma es el cáncer de piel más peligroso porque es mucho más probable que se propague a otras partes del cuerpo si no se descubre y se extirpa a tiempo. Por eso el Día Mundial del Melanoma, que se celebra el 23 de mayo, se dedica a la divulgación sobre la importancia de la prevención y el diagnóstico precoz.

La parte más superficial de la piel se llama epidermis y contiene tres tipos de células principales. Las células escamosas, que son las más externas, se desprenden constantemente a medida que se forman células nuevas que las sustituyen. Debajo, en la parte inferior de la epidermis, están las células basales, que se dividen constantemente y se van desplazando hacia la superficie a medida que se aplanan, convirtiéndose en nuevas células escamosas. Los melanocitos son células que se encuentran en la capa de células basales y que tienen unos brazos que se prolongan hacia la superficie. Estas células son fábricas de melaninas, los pigmentos que dan color a la piel. La producción de melaninas es la forma que tiene la piel de responder ante una agresión, normalmente frente a la radiación ultravioleta. Así, la mayoría de las manchas, de los lunares e incluso el bronceado se podrían describir como cicatrices o marcas de lucha.

Detección y diagnóstico

El crecimiento descontrolado de los melanocitos es lo que da origen a un tipo de cánceres conocidos como cánceres de piel tipo melanoma. En muchos casos los melanomas los puede detectar uno mismo, o al menos descubrir lunares sospechosos de ser un melanoma. El método se basa la sencilla regla del ABCDE:

  • Asimetría: Un lunar que no es redondo u ovalado, que tiene los contornos y el color no distribuido en su centro.
  • Bordes: Bordes irregulares, como un mapa.
  • Color: Un lunar que tiene varios colores (marrón, rojo, negro, blanco, etc.).
  • Diámetro: La mancha tiene un diámetro mayor de 5-6 mm, del tamaño de la goma de borrar de un lápiz.
  • Evolución: Un lunar que cambia rápidamente de tamaño, forma, grosor o color.

Si se detecta alguno de estos síntomas es probable que estemos ante un melanoma, de modo que hay que acudir al médico, que es quien hará el diagnóstico. El médico examinará la piel y observará el tamaño, forma, color y textura de cualquier área sospechosa con un dermatoscopio. Si sospecha que podría ser un cáncer de piel, realizará una biopsia, que consiste en extirpar una pequeña muestra de piel y enviarla a analizar al laboratorio con un microscopio.

Existen otros tipos de cánceres de piel en los que no están implicados los melanocitos. Se llaman cánceres de tipo no melanoma, como los carcinomas de células basales y los carcinomas de células escamosas. Normalmente su aspecto es diferente al de los melanomas, siendo habitual que se parezcan a una cicatriz, que sean heridas recurrentes, protuberancias enrojecidas o manchas costrosas que producen picazón. El aspecto de los cánceres de piel puede ser tan dispar que cualquier anomalía que aparezca en la piel debería ser revisada por un médico.

Tratamiento

Si se diagnostica que el lunar sospechoso es en realidad un melanoma, el tratamiento casi siempre consiste en extirpar el cáncer de piel y parte del tejido circundante. La cantidad de tejido que se elimine dependerá de lo profundo que haya crecido el melanoma, por eso es fundamental la detección precoz, porque la cirugía será más sencilla cuanto antes se detecte.

Si el cáncer se ha diseminado a ganglios linfáticos cercanos, estos también se pueden extirpar. Si además hay riesgo de que el cáncer se haya diseminado a otros órganos, es posible que haya que suministrar tratamientos más severos como la quimioterapia o la inmunoterapia. Por eso es tan importante acudir al médico a la menor sospecha, antes de que el melanoma alcance más órganos.

Prevención

Las personas que requieren mayor prevención son aquellas con antecedentes familiares de melanoma, la piel dañada por la exposición solar y con muchos lunares. En estos casos será el médico quien determine la frecuencia de los chequeos de la piel, y tomará la decisión de extirpar los lunares sospechosos para evitar que se conviertan en melanomas.

La mejor manera de prevenir el cáncer de piel es reducir la exposición solar:

  • Evitar la exposición solar en las horas centrales del día. Si no es posible, hay que protegerse de la radiación ultravioleta con ropa, sombreros y sombrilla adecuados, que indiquen protección UPF alta.
  • Aplicar cosméticos con un factor de protección solar elevado (SPF 50 o 50+) que absorban tanto la radiación UVB como la UVA (amplio espectro). Utilizar la cantidad adecuada de producto y respetar los tiempos de replicación. La crema con protección solar debería formar parte de la rutina diaria a lo largo de todo el año, incluso los días nublados y en invierno.
  • Evitar las cabinas de bronceado.