Una rueda de prensa de una persona que no conocíamos hace diez días es el lanzamiento perfecto para el programa de variedades en el que se ha convertido España. Valerio Lazarov está guionizando la política nacional. Leire Díez hace una comparecencia llena de periodistas.
Acaba la comparecencia y aparece Víctor de Aldama, el empresario corrupto, implicado en dos causas penales, subiéndose el pantalón y, en modo mafioso y matón, se encara e intimida a Leire Díez. Javier Pérez Dolset, empresario implicado en otra trama penal, sale a defender a Díez y le empuja.
Todo esto mientras las cámaras graban entre empellones y a salto de mata. Reporteras aplastadas contra la pared, cristales rotos, gritos y amenazas. Un programa de realidad en vivo por el que se pagarían muchas cifras en el caso de poder anunciarlo de manera previa. Es imposible hacer un producto televisivo con mayor gancho que nuestra política. La 'berlusconización' de la política en España tantas veces anunciada ya es un hecho.
La sensación es que a Víctor de Aldama algo le ha salido mal y no le ha convenido demasiado que las cartas empiecen a jugarse de manera pública y no entre bambalinas. Esos nervios suelen ser incompatibles con que las cosas funcionan tal y como lo estaba planeando. Entiendo que haya quien quiera utilizar cualquier evento para arrimar el ascua a su sardina, pero yo aconsejaría a todo el mundo que cogiese distancia con la guerra de filtraciones interesadas solo destinadas para beneficiar a los filtradores sobre los que pesan acusaciones muy graves. Si tienen información, que la faciliten íntegra y no jueguen a la destrucción de sus enemigos con los periodistas como correas de transmisión.
El debate en la opinión pública gira en torno a convertir a Leire Díez en la Matahari de Pedro Sánchez y a Víctor de Aldama en el infiltrado de Alberto Nuñez Feijóo para reventar al Gobierno. En estas circunstancias en las que se encuentran mezclados todo tipo de personajes corruptos, defraudadores a la hacienda pública, estafadores, narcotraficantes, ultras y criminales de todo pelaje intentando salvarse el culo para no acabar más de una década en la cárcel aconsejaría prudencia a todo aquel que quiera mantener su credibilidad a salvo de ridículos.
Es imposible saber con certeza qué es lo que está ocurriendo en este cruce de acusaciones, audios cortados, chats filtrados, fontaneros y cloaqueros, empresarios corruptos y políticos interesados porque muchas de las tramas de corrupción que son imprescindibles para conocer el contexto están bajo secreto de sumario como es la causa de los hidrocarburos, que cuando explote va a dejar este país peor que la Costa Da Morte después de que Rajoy anunciara que solo había unos hilillos de plastilina. Tengan paciencia y asistan a este esperpento como espectadores.
Esto es una guerra salvaje entre millonarios y corruptos que ha alcanzado la política nacional por intereses espurios. Es importante no ser pardillos y no jugar en ninguno de los bandos porque acabarán manchados. No cojan posición en esta guerra, no es una batalla entre la izquierda y la derecha, ni entre el bien y el mal, son solo personajes de baja estofa jugando sus cartas.
Si alguien cree que hay que elegir trinchera solo recordarles que entre esa asociación de víctimas de las cloacas que dice representar Javier Pérez Dolset, que está en el bando de Leire Díez, se encuentra también Julio Ariza, dueño de Intereconomía, de Toro TV, y una de las cabezas pensantes detrás de Vox. No piensen que todo esto es fácil. No se mojen, déjenlos que se hundan en el barrio.
Lo más grave de todo lo que esta ocurriendo es la capacidad que tiene la oposición para generar cataratas en la opinión pública y hacer que nada se vea con claridad. La desafección que quedará cuando la tormenta pase es el mejor legado que puede dejar la derecha para sus intereses porque saben que en esas condiciones son los únicos en conseguir capitalizarlo. La izquierda está muerta intentando jugar en el campo de la reacción.
Dentro de unos años miraremos este tiempo con la perspectiva que da ver a muchos de los implicados en esta opereta en la cárcel. No hace falta ser un brillante analista para saber que esto solo acaba con los protagonistas haciendo declaraciones a la prensa a la salida de su primer tercer grado.