No podemos esperar nada de la derecha española. No hay ninguna posibilidad de que haga enmienda y se convierta en democrática, coherente y acepte que la soberanía del pueblo implica reconocer su derrota y asimilar que prefiere a Pedro Sánchez en Moncloa. La derecha no metaboliza el rencor por la derrota, sigue supurando por la herida y, en vez de buscar una solución para curarse, ha optado por hurgarse y enrabietarla. El viaje de Pedro Sánchez a Marruecos ha sido la última de las polémicas que la reacción ha convertido en una vorágine difícilmente descriptible. La derecha tiene claro que no ir en Falcón e irse a Marruecos significa una provocación, no saben acertar por qué razón, ni qué significa, ni cuál es la provocación, pero que está provocando es un hecho porque Pedro Sánchez siempre busca el mal para sus conservadoras vidas. No saben por qué pero seguro que busca perturbarles la estabilidad emocional. Es lo que hace el mal y el sanchismo es el mal.

El diagnóstico que la derecha hizo de España y del ambiente social que se respiraba en nuestro país se demostró completamente fallido, pero es muy difícil que del delirio se pase a la crítica razonada y argumentada, porque la opinión publicada en el espectro ideológico conservador se ha llenado de personajes que solo saben llevar al absurdo sus análisis de las actuaciones del Gobierno progresista. La intoxicación del debate público por parte de los más ultras ha escorado hasta las voces razonables que había en la derecha y el viaje de vuelta hacia la mesura será imposible una vez se ha llevado a sus lectores y militantes hacia un odio cerval. Las vacaciones en Marrakech son una muestra más de la deriva de una derecha política y mediática desnortada y desquiciada.

Marruecos es el principal exportador de hachís a Europa, pero a falta de tener más información no parece que Pedro Sánchez vaya a tener ninguna relación en sus vacaciones con algún señor de la droga marroquí. Se entendería la crítica si Pedro Sánchez hubiera estado de vacaciones en un yate con un narco, pero por ahora esa exclusividad de amistades lisérgicas corresponde a Alberto Nuñez Feijóo. El partido del señor que se iba de vacaciones con un narcotraficante a Cascais o Ibiza a bordo de un yate comprado con el dinero de traficar con hachís, cocaína y tabaco ha considerado que es una buena idea hacer una campaña política del hecho de que Pedro Sánchez haya decidido pagarse un viaje familiar de vacaciones con su familia a Marruecos. Es una paradoja deliciosa asistir al espectáculo hiperventilado por unas vacaciones normales a quienes han vertido litros de tinta para minimizar que no era relevante ni importante que las vacaciones de su candidato fueran a costa de un criminal condenado por ser un traficante de drogas.

La semana canicular tras el golpe de realidad hizo que la derecha mediática española pusiera el foco en las lujosas vacaciones en La Mareta que Pedro Sánchez estaba disfrutando en Lanzarote,adonde había llegado a bordo del Falcon: "Lo que está ya confirmado es que Pedro Sánchez pasará la primera quincena de agosto en La Mareta. Este exclusivo refugio es un regalo del rey Hussein I de Jordania a Juan Carlos I en 1989, que destaca por su privilegiada ubicación al borde del mar. Está rodeado de jardines de arena volcánica y típica vegetación canaria, como cactus e imponentes palmeras", decía el panfleto de los venezolanos antichavistas de lujo llamado 'The Objective'. Lo malo es que no estaba confirmado, ni se ha confirmado, pero no nos creamos que el libelo de la Milla de Oro del barrio de Salamanca ha rectificado. Rectificar, eso no lo hace la derecha aunque le dirija al abismo. El diario ha virado para hacer noticia que Pedro Sánchez lleve una gorra en Marruecos. Estaba confirmada su presencia en La Mareta, pero acaba llevando gorrico en Marrakech. Y luego se extrañarán cuando pierden las elecciones.

El viaje a Marruecos del presidente del Gobierno puede ser criticado desde el punto de vista político sin que las soflamas provoquen que se les infle la vena. Abdulah Arabi, representante del Frente Polisario en España, mandó un comunicado al respecto de las vacaciones en Marruecos de Pedro Sánchez: "Si bien rápidamente se ha insistido en circunscribir este viaje al ámbito estrictamente privado, -y aun teniendo este carácter-, dicha elección conlleva aparejado un enorme contenido político, por lo que va mucho más allá del ámbito privado". Un viaje de un presidente del Gobierno de España nunca se circunscribe a lo personal y privado cuando se realiza en un país ajeno al gobernado, las relaciones internacionales se conforman también con gestos de este tipo y es una evidencia que Pedro Sánchez no podría haber realizado sus vacaciones en Argelia después del giro político de su Gobierno con el Sáhara Occidental. Todo viaje realizado por un presidente del Gobierno de España tiene relevancia política y elegir Marrakech es una mala noticia para el pueblo saharaui.