El novio de Madrid nos ha salido un delincuente confeso y ha obligado a dejar sin vergüenza pública a quien vive en los debates de satisfacer los deseos de la presidenta enamorada. Alberto González Amador, consorte de la monarcalaica de la capital del reino, confesó, abogado mediante, que había cometido dos delitos fiscales y que estaba dispuesto a aceptar 8 meses de cárcel y más de 500.000 euros de multa por haber querido estirar la impunidad de su novia hasta los límites del fraude fiscal. Es comprensible comprender, durmiendo al lado de quien puede dejar morir sin atención médica a 7291 personas pobres, sin seguro médico privado, en las residencias de ancianos, que las leyes no están para los de su clase y que es muy posible salirse de rositas haciendo una fortuna con comisiones en la venta de mascarillas y tejiendo una trama de empresas y facturas falsas para no pagar los impuestos derivados de ese pelotazo. Es comprensible esa sensación de impunidad habiendo sido presentado a nuestra lideresa por el hermano que se forró vendiendo mascarillas a su propia hermana mientras esos mismos ancianos morían a chorros en las residencias sin posibilidad de tener ni siquiera cuidados paliativos. Alberto es un digno partenaire de nuestra presidenta.

Ayuso y su novio delincuente son la pareja ideal. Tal para cual, nacidos el uno para el otro. El latrocinio y la desvergüenza en casa de Ayuso es una norma filial que adquiere hasta la familia política. El comportamiento a seguir está marcado por una leyenda ancestral de algún legatario proveniente de Sotillo de la Adrada que están obligados a repetir desde tiempos inmemoriales. Ni decencia, ni vergüenza, escrito en latín en algún botella de gaseosa de la fábrica del abuelo que se pasan de padres a hijos como herencia o rito iniciático. Como los fantasmas de un cuento de Mariana Enríquez que atormentan a cualquiera que quiera seguir una línea moral decente y doblegan al resistente hasta que sigue los designios trincones de sus antepasados muertos. No hay manera de ganarse la vida de manera honrada en el clan y todo el que llega a la familia adquiere el vicio cuando no llega a la familia viciado de casa. Un gen que obliga a usar todas las herramientas a su alcance para mantener el legado familiar a salvo y que arrastra la credibilidad de los feudatarios mediáticos que pagan deuda con su honor.

Ayuso comparece en un acto institucional para defender a su novio "Uno: yo no mentí. Dos: yo tenía razón. Tres: todo obedece a una cacería política". Ya estaba claro en ese momento que era una mentirosa, pero después de conocer el contenido del mail del abogado de su pareja ya produce hasta bochorno. Uno, siempre miente. Dos, nunca tiene razón una mentirosa. Tres, es una política cazada. Un día después de que Isabel Díaz Ayuso dijera en una comparecencia pública que la agencia tributaria le iba a devolver casi 600.000 euros a su novio se pasaron todos los límites posibles del servilismo mediático. Una escena en el programa "La mirada crítica" de Telecinco, en el que la línea editorial está marcada por Sandra Fernández, exjefa de medios de Isabel Díaz Ayuso, es un buen ejemplo de hasta qué punto hay quién está dispuesto a arrastrarse para contentar a la jefa.

El debate lo marca Ana Terradillos e interviene Jorge Bustos como brazo armado de Miguel Ángel Rodríguez. Jorge Bustos comienza a hablar: "Este particular intentó pagar menos impuestos de lo que le correspondía, presuntamente, y se le abrió una investigación como a miles de personas de este país, periodistas, empresarios, tertulianos…". Ana Terradillos interrumpe: "¿Es una paralela? Es una paralela". Bustos continúa: "…Y si no se hubiera enamorado de Isabel Díaz Ayuso se habría quedado ahí…pero la Fiscalía en vez de avenirse a un acuerdo tiene la orden del Gobierno de estirar todo lo posible esto para que todos los focos no vayan al caso de Begoña Gómez, de Koldo, y de todo esto, y esto es una evidencia". Agacha la cabeza y se pone a leer el móvil porque Bustos es un tipo listo y no está contento con lo que se ve obligado a defender. Sé que se avergüenza un poco.

Ni es una paralela, ni es una investigación como otra cualquiera. Es un delincuente confeso que ha reconocido dos delitos fiscales y una pena de 8 meses de cárcel. No, Jorge, no, a los tertulianos y periodistas que pagamos sin montar una empresa ni deducirnos lo que no nos corresponde no nos abren investigaciones, ni la fiscalía nos acusa de delitos. Pagamos nuestro IRPF haciendo el borrador y deduciéndonos la cuota del sindicato y nos sale a pagar cuando hemos pagado de menos a lo largo del año y nos sale a devolver cuando hemos pagado de más. Los periodistas decentes no montamos empresas pantalla, ni fingimos gastos con testaferros y facturas falsas. Tendrías que cambiar tus amistades y venirte a comer los viernes con gente honesta a nuestro bar de menú del día.

Isabel Díaz Ayuso se ha atado a la suerte de un delincuente confeso. Lo ha hecho en un acto puro de libertad, como a ella le gusta, pero aunque no comprenda bien ese concepto la libertad obliga a aceptar las consecuencias de esos actos elegidos de forma libre. La presidenta de la comunidad, como máxima responsable de recaudar los tributos autonómicos y de velar por el cumplimiento de la ley decidió, sin que nadie le obligara, apartar sus responsabilidades políticas y ejercer como parte implicada del proceso mintiendo para defender la suerte de su pareja. Una vez conocido que su novio es un delincuente confeso la única manera de asumir su ejercicio puro de libertad es dimitir y seguir viviendo en la casa del defraudador. Pero no lo hará, hace falta una moral mucho más elevada que la que Isabel Díaz Ayuso aprendió en su casa.