El particular ya ha vuelto a dejar de serlo porque la suerte del particular será la suerte de la presidenta. Isabel Díaz Ayuso volvió a ejercer de jefa de prensa de Alberto González Amador, su consorte pagano, para comentar la extravagante noticia de que la Agencia Tributaria va a devolver casi 600.000 euros a su pareja tal y como ella había dicho. Lo que hacía la lideresa era comentar la noticia publicada en los medios que Ayuso compra con publicidad institucional, que había filtrado Miguel Ángel Rodríguez, y que ninguno se preocupó en contrastar o contextualizar para así poder comentar en rueda de prensa institucional otro de los bulos de creación mariana. En realidad lo que había ocurrido es que su pareja intentó pagar a la Agencia Tributaria el dinero defraudado con la multa incluida para evitar el proceso penal, pero como el proceso penal ya había comenzado el dinero pagado por Alberto González Amador se le devuelve hasta que el proceso penal finalice y se diriman las penas y multas correspondientes. Es decir, Miguel Ángel Rodríguez, como propagandista oficial del reino ayusista, filtró a los propagandistas oficiosos de la corte periodística madrileña mercancía averiada que volvieron a replicar sin sentir un mínimo de respeto por sí mismos y por su credibilidad. Les va el sueldo en ello.

Ayuso está nerviosa y por eso está haciendo chirriar los mecanismos de la prensa a su servicio sin considerar que les está llevando a ridículos tan espantosos que los convierte en caricatura. La propaganda funciona mejor cuando es creíble y el celo de Ayuso por proteger a su pareja está arrastrando al fango de la irrelevancia a todos los medios a su servicio por no atreverse a afrontar los hechos. Las preguntas que no se atreve a contestar la presidenta son un cepo que no le va a soltar hasta que alguien se atreva a ponerla frente a la incomodidad de despojarse de lo accesorio para centrarse en lo sustancial. Es precisamente por eso por lo que no atrevería a ponerse delante de un periodista y solo se relaciona con propagandistas con poco aprecio por su imagen y querencia por la servidumbre. Ayuso no ha explicado a cambio de qué disfruta de un ático a nombre de un hostelero de León. No ha explicado quién lo paga, por qué ese regalo, ni cómo explica que un empresario le pague un ático anexo a la vivienda de su pareja.

El ático del empresario del que disfruta Ayuso puede usarse para el ocio, para la meditación, para la lectura, poco, viendo el uso que le da al lenguaje la presidenta y, sobre todo, para reunirse con parejas de amigos con los que no es conveniente verse en un restaurante por lo que implicaría que se supiera la estrecha relación de la presidenta con importantes personajes de la comunicación. No sorprendería, pero acabaría siendo tan obsceno que avergonzaría a los que pretenden tener una imagen de solvencia si se supiera de la cercanía con el sujeto político sobre el que tienen que informar. Los propagandistas son un oficio que respeto y valoro. Cuando estás ejerciendo esa labor, es decir, cuando ejerces en el gabinete de prensa de un líder político. Es divertida y estimulante la tensión que se vive cuando eres periodista con aquellos que saben que siempre que hablan contigo están intentando moverte hacia sus posiciones para que la crítica, el análisis o la información sean más favorecedora hacia los intereses del personaje político que les toca defender.

El problema de los propagandistas es cuando ejercen desde el otro lado. Es decir, cuando lo hacen desde el lugar desde el que hay que informar y siguen siendo propagandistas desde donde debieran ser periodistas. Sandra Fernández, directora de comunicación, y su estrecha, estrechísima relación con el capo de Mediaset, Alejandro Salem, mandan con mano de hierro en el gigante audiovisual donde sigue ejerciendo de jefa de medios de Ayuso aunque ahora el pagador de la nómina sea otro. La airada reacción de Mediaset a la acusación de Óscar Puente sobre las llamadas de Sandra Fernández fue un reconocimiento implícito de lo que todo el mundo sabe dentro de sus instalaciones. No solo es que no haya libertad para hacer el mínimo ejercicio de periodismo dentro de las cadenas y programas del grupo para informar y hablar de la suerte de Ayuso y su pareja, sino que están presionados y coaccionados para únicamente ejercer como propagandistas de la lideresa y su consorte. La línea editorial es que Ayuso ordena y en Mediaset ejecutan gracias a la labor de zapa de quien sigue ejerciendo como jefa de medios de Ayuso desde Telecinco y Cuatro. Para comprender por qué las respuestas del ático de Ayuso no se responden es importante saber que tras sus paredes no solo se ocultan los intereses de la presidenta y su pareja. El armario del ático guarda secretos.