Los años cincuenta del siglo pasado se convirtieron en el campo de experimentación de OVNIS, seres de otros planetas e invasiones silenciosas. La crónica de aquellos años está escrita en la ciencia ficción, en las viñetas, en el extrañamiento de la Guerra Fría y el advenimiento de un mundo lleno de peligros ocultos.
El miedo del siglo, la radiación, los informantes ocultos y los espíasinadvertidos pasaron a formar parte del universo del cine, los cómics y la incipiente televisión, enfocando el entendimiento de aquel extraño mundo hacia seres sobrenaturales. De ese caldo de cultivo surgió en el año 1957, El Eternauta, publicado durante los dos años siguientes en la revista semanal argentina Hora Cero. Su autor, Héctor Germán Oesterheld, creó a un personaje inolvidable en una historia plagada de simbología.
A dos años de su setenta aniversario, su obra sigue vigente, inspirando la solidaridad de las protestas ciudadanas y reavivando parte de la sangrante historia de Argentina. Una herida que seccionó a la familia Oesterheld hasta hoy. Su autor permanece desaparecido, al igual que sus cuatro hijas, dos de sus yernos y dos de sus nietos. Tenía 58 años cuando se le vio por última vez, antes de que la dictadura de Videla le borrase del mapa.
A medio camino de la eternidad
Martin Oesterheld es nieto de Héctor Germán, director de cine, guionista y albacea de la memoria de su abuelo. No ha podido echar un vistazo a la edición española que reedita Planeta Cómics, hasta ahora. El libro recoge dos años de tiras que terminaron conformando la primera novela gráfica en nuestro idioma, y ahora la observa con detenimiento, entre sus manos, por primera vez.
Su autor tenía 58 años cuando la dictadura de Videla le borró del mapa
Una preciosa edición desde la que nos mira El Eternauta en su portada, negra como la noche, su rostro aparece envuelto en destellos de estrellas. En su interior podemos observar los dibujos originales, recuperados y restaurados para la presente edición. Una labor que recoge el mismo pulso con el que fue creado.
Comenta que esta edición ha solventado algunos de los problemas que provocaban que "el libro se rompiese antes", explica. El comentario se comprende mejor cuando entendemos que seguramente esa misma misma edición seguirá pasando de manos, entre padres e hijos, madres, hijas, nietas, igual que lleva ocurriendo desde 1957. Y no es para menos, es ahora su nieto quien sujeta entre sus manos la memoria de su propia familia, de un personaje mayor que los tiempos que le tocaron vivir.
Buenos Aires, zona cero
"Mi abuelo vivía en un barrio acomodado, pero muy cerca de las vías, de otro mundo que era Buenos Aires en ese momento", explica mientras hace un repaso al nacimiento del personaje del Eternauta. Héctor Germán Oesterheld entró en contacto por primera vez con su más célebre creación después de publicar en varios semanarios. Fueron sus compañeros dibujantes e historietistas, inmigrantes italianos en su mayoría, quienes le brindaron esa oportunidad y el resto es historia, o eternidad.
Martin se refiere a la "aventura", un término utilizado por su abuelo en varios escritos para hacer referencia a un modo de vida, a estar a la altura de sus ideales. El protagonista de El Eternauta, Juan, siente esa misma llamada. Con la caída de una extraña y mortal nieve, los humanos descubren que están siendo invadidos por una raza alienígena, sin gobiernos y completamente solos frente a lo desconocido.
El relato se expande como una matrioska. Cada espécimen que parece final y absoluto está controlado por una raza superior, en cuanto poder y crueldad. Oesterheld parece decirnos que el mal siempre es estructural y cuenta con súbditos, capaces de cualquier cosa por el miedo a convertirse en víctimas. Y frente a ellos los humanos, último baluarte de la libertad.
Un héroe argentino
Para poder contar esta historia de personas de a pie convertidos en héroes extraordinarios, utilizó como escenario su ciudad. A lo largo de sus páginas, los supervivientes pasean por un Buenos Aires desolado. Se refugian y organizan una ofensiva en el estadio de River Plate, recorren la Avenida General Paz o la Libertador.
Aquella puesta en escena convirtió a El Eternauta en todo un éxito. "Le dio a los argentinos una razón para sentirse orgullosos, pero lejos del chovinismo o del nacionalismo", explica ahora su nieto. Aquella visión desolada de su país natal, de hombres en pie de armas frente a un invasor extraño y terrible, terminó por hacerse realidad con las consecutivas dictaduras y golpes militares en el país.
"Durante las marchas de jubilados, los manifestantes llevaban las máscaras y gritaban 'lo viejo funciona'"
Igual que los miedos infundados por la historia, El Eternauta se convirtió en el rostro visible de la resistencia, y de un mensaje muy claro: "Nadie se salva solo". "Termina siendo reinterpretado por las protestas de los jubilados que van a pedir una mejora con las máscaras, gritando 'lo viejo funciona'", explica Oesterheld. Durante las manifestaciones por las pensiones en el país, aquel lema se unió a los que protestaban contra el gobierno de Milei y los recortes sociales.
Lo viejo funciona
Martin Oesterheld explica la fuerte vinculación generacional que el personaje ha ido arraigando a lo largo del tiempo. "Es normal que los padres o los abuelos le pasen sus ejemplares a hijos y nietos, es algo que se transmite entre generaciones todavía", comenta el nieto del autor.
"'El Eternauta' se sigue transmitiendo entre generaciones todavía"
Con el estreno de su adaptación en Netflix el fenómeno se reactivó. En ella, Ricardo Darín interpreta a Juan, su protagonista. Un Eternauta del presente, excombatiente de las Malvinas, en una Argentina que acumulaba siete décadas de historia más. Y, aunque esta versión dista del cómic original, El Eternauta demostró, una vez más, estar más que capacitado para viajar al presente otra vez.
En su primer capítulo, uno de los protagonistas le espeta a otro haberse "ido con el corralito y vuelto a pedradas". El argentino medio podría haber expresado esta misma idea. Porque ahí radica precisamente el éxito de este personaje eterno, en que siempre podrá ser un reflejo de los héroes que todavía no estamos preparados para ser. Siempre expectantes, listos para embarcarnos en la gran aventura cuando la historia lo requiera.
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