
Mark Bray
Traducción: Miguel A. Pérez
Editorial: Capitán Swing
Año de publicación original: 2017
Vamos a quitarnos la polémica de encima cuanto antes: Antifa no es un manual para agitadores. Tampoco es una crónica periodística al uso. Y mucho menos es "terrorismo doméstico" como lo han calificado Donald Trump y sus acólitos. Es, sobre todo, un atlas histórico y conceptual de las respuestas antifascistas a lo largo del siglo XX y hasta el presente.
'Antifa' no es un manual para agitadores
Mark Bray, historiador y activista conocido por su paso por Ocupa Wall Street y su carrera académica en el Darmouth College y la Rutgers University de Estados Unidos, firma un libro que busca registrar una tradición política marcada por la confrontación directa y la defensa comunitaria frente a la propagación del odio.
Antifa no define a una única organización jerárquica sino que repasa toda esa constelación de grupos y prácticas —anarquistas, socialistas, comunistas y otros radicales de izquierdas— que comparten el objetivo de bloquear y desalentar a los movimientos fascistas y supremacistas. Es "política antiliberal aplicada" contra la extrema derecha, una etiqueta paraguas para tácticas que van desde campañas culturales y desbaratamiento de mítines hasta la confrontación física en la calle.
Estudiando el antifascismo
Este libro combina metodología académica y reportaje. Bray revisa fuentes históricas, reúne entrevistas (61 en 17 países según sus notas) y ofrece capítulos ordenados que tratan tanto los orígenes del antifascismo —la resistencia en los años 20 y 30 en Europa— como su genealogía en el Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y más allá.
El relato en sí recupera episodios muy concretos: la derrota simbólica de Mosley en la Batalla de Cable Street en el Londres de 1936; la labor del Grupo 43, formado por veteranos judíos que desarticularon redes neonazis en la posguerra británica o el papel de movimientos culturales como Rock contra el racismo para erosionar el reclutamiento de la extrema derecha en los 70 y 80.
Mark Bray no oculta que la tradición antifascista ha incluido tácticas polémicas
Bray no oculta que la tradición antifascista ha incluido tácticas polémicas: el black bloc (táctica de protesta en la que los manifestantes visten de negro y se cubren el rostro para ocultar su identidad y protegerse de la identificación policial), el enfrentamiento físico y la censura de espacios públicos. Pero su intención es ofrecer una lectura histórica, no un panfleto.
Muestra cuándo y por qué esas tácticas funcionaron (por ejemplo, desarticulando redes racistas o impidiendo mítines) y en qué contextos resultaron problemáticas. Aun así, el libro destaca un punto central: muchas intervenciones antifascistas exitosas han combinado movilización de masas, trabajo cultural y, en momentos puntuales, una respuesta física organizada.
Exiliado
Esta dimensión pública de su obra ha cobrado una urgencia dramática este año. El gobierno de Donald Trump ha designado esta obra con la etiqueta de "organización terrorista". A raíz de esta designación, varios grupos conservadores comenzaron a señalar a Bray públicamente.
Tras el asesinato del activista Charlie Kirk, la presión mediática y las amenazas aumentaron: divulgaron la dirección de su casa, recibió mensajes amenazantes hasta el punto que uno de ellos prometía que le asesinarían delante de sus estudiantes.
El gobierno de Trump ha designado esta obra con la etiqueta de "organización terrorista"
Antes semejante panorama, Mark Bray decidió marcharse de su país. Y el destino elegido ha sido España. Bray llegó a nuestro país junto con su mujer y sus hijos. Aunque no tiene intención de parar. Seguirá impartiendo sus clases en la universidad aunque sea online.
Este giro tan tenebroso le confiere a este libro escrito en 2017 una vigencia inquietante. Lo que era un estudio histórico se vuelve en 2025 en casi un acto de exposición personal. Como ya ha confesado en varias entrevistas "el libro es mi pasado, pero ahora es mi presente".
Lucha social y simbólica
La virtud de Antifa reside en su equilibro entre síntesis y detalle. Bray recupera lecciones históricas —la necesidad de alianzas amplias, el valor del discurso contracultural, la utilidad del desborde físico cuando otras vías fallan— y las contextualiza en el presente.
Por ejemplo, traza la continuidad entre las campañas de deslegitimación del fascismo en la posguerra y las estrategias de deplatforming digital —luchar contra la ultraderecha en redes sociales—, o entre la solidaridad en comunidades locales y la respuesta colectiva a episodios como el ocurrido en Charlottesville en 2017.
Es una obra muy interesante para aquellos que quieran entender por qué la lucha contra la extrema derecha no es solo policial
Estamos ante una obra muy interesante sobre todo para aquellos que quieran entender por qué la lucha contra la extrema derecha no es solo policial sino también social y simbólica. Para quienes buscan antecedentes históricos de formas de resistencia —desde la respuesta organizada en barrios hasta el activismo cultural—. Y para quienes huyen de etiquetas simplistas. Antifa obliga a mirar matices y a comprender que el antifascismo moderno es una tradición diversa y adaptativa.
Antifa es necesaria para entender una corriente política que, aunque fragmentaria, ha moldeado y sigue moldeando la resistencia al autoritarismo contemporáneo. Que su autor haya tenido que exiliarse temporalmente añade urgencia: cuando la historia que escribes te transforma en objetivo, significa que esa historia todavía arde. Y, por desgracia, su fuego es cada día más abrasador.
Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.
