A pesar de que todo apuntaba a que una joven australiana de 30 años tenía un linfoma, finalmente las pruebas médicas han constatado que no. En realidad, es la reacción a la tinta de un tatuaje. Un hospital Sidney ha sido el lugar en el que se ha dado el insólito diagnóstico.

Alertada por la aparición de dos bultos en sus axilas, la joven fue a su centro de salud intuyendo que podría ser un tumor, algo que los facultativos también pensaron.

Los doctores asombrados por el hallazgo afirmaron que el diagnóstico había sido una reacción probablemente causada por el pigmento del dibujo, según un artículo publicado en el medio 'Annals of Internal Medicine'.

Las reacciones adversas a los tatuajes pueden ser comunes, aunque lo extraño de este caso han sido los plazos, 15 años después de hacerlo.