1. Cambios de comportamiento. Se trata de un proceso lento porque no se dan de un día para otro y se pueden confundir, según la edad del menor, con la adolescencia. Es importante observar e intentar dialogar con el niño.

2. Señales físicas. El acoso escolar no siempre va acompañado de agresiones físicas pero en ocasiones pueden ser uno de los primeros signos.

3. Malestar físico al despertar. Son los llamados síntomas sintomáticos. Toda la angustia que sufre el niño se manifiesta en su cuerpo a través de dolores de estómago, nervios... muchas veces ni el propio menor es consciente de que su situación es de acoso escolar.

4. El móvil o ciberacoso. Muchos padres descubren situaciones anormales al mirar el teléfono móvil de sus hijos. En ocasiones, el acoso no se acota sólo a las aulas sino que les persigue hasta casa gracias a la tecnología.

5. No hablar del colegio. Suele ser una señal de alarma en el caso de niños de 6, 7 u 8 años.

6. Los cursos más problemáticos suelen ser 5º y 6º de Primaria.

7. Los insultos verbales. El acoso escolar suele empezar con agresiones verbales y puede derivar en agresiones físicas.

8. La detección temprana. Es importante un trabajo conjunto del centro educativo y de la familia. Reuniones periódicas que no sólo sigan la evolución escolar del menor sino también su relación con los compañeros.

9. Estrés postraumático. El menor puede llegar a experimentar pérdidas de memoria y ansiedad.

10. La autoestima. Existe la creencia popular de que el acoso escolar hace a los niños más fuertes. Es algo terrible y absolutamente falso. Los niños que han sufrido acoso escolar tienen más probabilidades de sufrir acoso laboral como adultos, ya que sus niveles de aceptación y de autoestima son muy bajos.