Resignación y mucho coraje era lo único que, tras su accidente de moto, le quedaba a Marisa. Nunca más iba a ponerse sola de pie, según decían los médicos.

"Sólo tenía 'alitas'. Con las dos 'alitas' me apañé y me he estado apañando todo este tiempo", cuenta Marisa.

Pero hoy se levanta. Se ha hecho la magia, según cuenta, después de conseguir un hueco el el primer ensayo clínico de terapia celular para este tipo de lesión medular. En el proyecto participan 12 lesionados medulares crónicos.

"Ahora por fin veo la luz y estoy muy motivada", cuenta Marisa. Como ella, otros pacientes del ensayo se muestran ilusionados y optimistas ante el desarrollo de los resultados.

El milagro es novedoso porque parte del propio cuerpo, desde donde se extraen las células madre. Después se mezclan con el plasma del paciente, se someten a un proceso farmacológico y se inyectan en la zona daña de la médula.

"Actúan fundamentalmente transformándose en células de diferentes tejidos donde se colocan", explica el neurocirujano e investigador del proyecto Jesús Vaquero. Esto es, pudieron comprobar que las células madres del estroma de la médula ósea se transforman en células nerviosas en contacto con el tejido de la médula espinal del lesionado, liberando sustancias que favorecen la capacidad de regeneración natural del tejido nervioso.

Se realiza mediante una intervención quirúrgica en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. A los tres meses toca inyección de recuerdo. Después, los pacientes tienen por delante una larga rehabilitación en los hospitales de sus ciudades.

"Al día siguiente empecé a notar que el cuerpo era diferente", explica Lydia Domínguez, una de las personas que participan en el ensayo. Un cuerpo diferente que puede llegar a caminar, nadar y a realizar otras actividades. Es la puerta abierta a la esperanza que dejan 20 años de investigación.