LUCES Y SOMBRAS DE LOS CURSOS ONLINE
La universidad a través de internet, ¿crónica de una muerte anunciada?
Para una vez que España es potencia en algo que no son deportes, llegan los estadounidenses y dicen que no sirve para nada. ¿Es cierto que los llamados MOOC son un fiasco?

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“Todos los estudios lo dicen: somos los últimos del ranking”. Con estas palabras, que pronuncia la entrañable Chus Lampreave, comienza el anuncio más controvertido de estas Navidades, con permiso del 'thriller' de la Lotería. “¿De cuál de ellos?”, pregunta el periodista Juan Ramón Lucas. “Pues de casi todos”, zanja la veterana actriz. Y acto seguido aparece un cartel que reza: “Nuestro país, a la cola en Educación”. Firmado: Informe Pisa.
Cuánta razón, querida Chus, pero siempre hay un estudio por ahí que nos demuestra que el jamón serrano, la fiesta y los bares trasnochadores no son las únicas apuestas de nuestra querida (y ajada) piel de toro. Fíjate en este, de la Comisión Europea, también sobre Educación. España: 129 puntos. Reino Unido: 69 points. Francia: 48 points. Alemania: 47 punkten. Chupaos esa, vecinos...
De los 277 cursos masivos a través de internet (los famosos MOOC) que tiene registrados la iniciativa Open Education, casi la mitad son impartidos por universidades o instituciones españolas. Es una de las pocas alegrías que nos da este sector, tan castigado por la crisis y los recortes, aunque para algunos ni siquiera eso está tan claro. Hay opiniones para todos los gustos. Unos dirán que se están sentando las bases de la educación del futuro y otros que la enseñanza online es un fracaso y que estamos tirando el dinero.
¿Éxito, fracaso o ninguno de los dos?
Es una vieja polémica, que se reaviva de cuando en cuando y que, recientemente, un reportaje publicado en The New York Times ha vuelto a poner sobre la mesa. Todo gira alrededor de un estudio de la Universidad de Pennsylvania, cuyo proyecto de enseñanza online ha fracasado miserablemente (o eso es lo que vienen a decir). La principal conclusión: solo el 4% de los alumnos completan el curso y la mitad de los que se registran ni siquiera llegan a asistir – virtualmente – a alguna de las clases.
Así, sin tomar en cuenta otros factores, el dato es absolutamente demoledor. Y no es la única investigación que ha puesto el dedo en la llaga. Una de los programas más prometedores de los últimos tiempos, el de la Universidad de San José (en pleno Silicon Valley), fue cancelado en julio y no está claro si se volverá a retomar. ¿La razón? Los estudiantes de los MOOC lograban peores resultados que los alumnos presenciales.
Un tercer estudio, aún más reciente, coordinado por un profesor de la Universidad de Princeton, llega a una conclusión similar: la participación cae de forma continua y vertiginosa a medida que se desarrolla el curso online y casi la mitad de los alumnos no publica más de dos veces en los foros.
Al contrario de lo que cabría esperar, la presencia del profesor en el debate acelera el declive y la mayor parte de los comentarios acaban siendo cháchara insustancial (“small-talk”) o consultas de procedimiento, sin relación con la materia que se imparte. Los trabajos en grupo son el único factor que aviva ligeramente la conversación.
Tampoco hay que exagerar
A la luz de estos datos, no parece descabellado afirmar que los MOOC son un auténtico fiasco, pero eso no es del todo cierto. En realidad depende de cómo se quieran leer las estadísticas. Dicho de otro modo, que solo el 4% de los alumnos completen un curso online en la Universidad de Pennsylvania no tiene por qué ser algo catastrófico.
El truco está en el proceso de selección. Cualquiera con un ordenador y conexión a internet puede registarte en un MOOC, pero no es tan sencillo que le admitan como alumno presencial. De hecho, el pasado año, solo el 13% de los 31.218 estudiantes que solicitaron una plaza en dicho centro educativo pasaron el estrecho filtro.
La Universidad de Pennsylvania presume de que un 87% de sus alumnos (2.200) se gradúan en el plazo normal de cuatro años, pero ese porcentaje, por supuesto, no tiene en cuenta a los que se quedaron a las puertas. Si los incluimos, la cosa cambia: solo el 7% de los 31.218 estudiantes que rellenaron el formulario de inscripción lograron terminar a tiempo (2.200 x 100 / 31.218 = 7,04).
Asumiendo que esos 31.218 aspirantes equivalen a las personas que se registraron en un MOOC y no llegaron a empezar el curso, un 4% de 'graduados' ya no resulta tan disparatado. Sigue siendo una cifra baja, pero también hay que tener en cuenta que registrarse en un curso online es gratis y se hace en un minuto, mientras que cumplimentar la solicitud de acceso a la universidad es una labor tediosa y cuesta dinero.
Entonces, ¿las clases a través de internet son un éxito o el mayor de los fracasos? Pues ni blanco ni negro. Sin duda queda mucho camino por recorrer, pero sus resultados tampoco están tan lejos de los que se consiguen en un aula. Por una vez, España es líder europea en algo que tiene que ver con Educación y tiene futuro por delante.
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