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OPORTUNIDADES Y AMENAZAS DE SU SALIDA A BOLSA

Twitter enseña sus plumas antes de salir a Bolsa

Por primera vez sabemos exactamente a qué juegan. De cara a su salida a bolsa, Twitter ha desvelado sus cartas y lo cierto es que no lleva mala mano. No obstante, todavía queda mucha partida y, si vienen mal dadas, el pájaro puede acabar desplumado.

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Ya falta poco. Antes de que acabe el año, los responsables de Twitter tocarán la campana para anunciar la salida a Bolsa de la red social de los 140 caracteres. Todavía es pronto para predecir si será un éxito o la expectación se tornará en batacazo como le sucedió Facebook, que no empezó a recuperarse hasta hace bien poco de su decepcionante primer año en el parqué.

De momento, ya ha salido a la luz el formulario de registro para la oferta pública de sus acciones, presentado de forma confidencial el pasado día 12 de septiembre ante el regulador de los mercados estadounidenses (SEC por sus siglas en inglés). Este documento es la primera obligación de transparencia que una futura empresa cotizada debe cumplir en los Estados Unidos y, por lo tanto, está repleto de valiosa información para conocer de primera mano el pasado, presente y futuro del negocio.

Entre otras cosas, la compañía informa en este extenso folleto de su modelo de negocio y crecimiento, así como de las debilidades y riesgos que lo acompañan, para que el potencial inversor disponga de toda la información necesaria antes de dar el paso y adquirir una parte de la empresa.

Como se suele hacer en estos casos, empezamos por las (hipotéticas) malas noticias.

Las peores pesadillas de Twitter

“Invertir en nuestras acciones implica un alto grado de riesgo. Debe considerar cuidadosamente los riesgos e incertidumbres que se describen a continuación”. Así comienza la sección del formulario en la que se desglosan las amenazas que podrían truncar el prometedor futuro de la red de 'microblogging'. Nosotros, por resumir y clarificar la información, las hemos resumido en ocho titulares:

Que acabe tocando techo: Twitter cerró junio con 218 millones de usuarios activos mensuales, una cifra que todavía está lejos de los más de 1.150 millones (perfiles falsos e inválidos aparte) con los que asegura contar Facebook, que empieza a encontrar dificultades para sumar nuevos registros en los países ricos. No obstante, ese momento va a llegar y los futuros inversores de la web del pájaro deben tenerlo en cuenta.

Que los usuarios se pasen a la competencia: en cualquier momento podría surgir un nuevo servicio capaz de mover a las masas, como lo han hecho alternativas regionales en China (Weibo), Japón (Line) o Corea del Sur (Kakao).

Que se atasque el modelo publicitario: la rentabilidad futura de Twitter depende en gran medida de su capacidad para atraer a los anunciantes, en especial en el competitivo mercado de la publicidad móvil.

Que se produzca una fuga de talento: los gigantes tecnológicos libran una guerra sin cuartel por contratar a los mejores desarrolladores en un sector donde la demanda supera a la oferta, al menos de profesionales con experiencia previa en proyectos de esta envergadura. Por eso es imprescindible que Twitter siga siendo capaz de ofrecer salarios elevados, excelentes condiciones laborales y jugosos incentivos a sus trabajadores. De lo contrario, se acabarán yendo a otra parte.

Que fracasen a la hora de innovar: en las movedizas arenas de internet, los que no encuentran la forma de renovarse acaban bajo tierra. Si la red social de los 140 caracteres no quiere correr la suerte de antiguos gigantes como Yahoo! (que trata ahora de andar los pasos perdidos durante casi una década), más le vale dar con la tecla y ofrecer a sus usuarios nuevas funcionalidades interesantes.

Que pierdan la batalla contra el 'spam': es el eterno enemigo de todo servicio basado en la comunicación. Si no logran ponerle freno y se acaba apoderando de las 'timelines', los usuarios podrían mudarse a otros servicios y la red social perdería gran parte de su valor de cara a los anunciantes.

Que la censura o los 'hackers' revienten la fiesta: las restricciones impuestas por los gobiernos ya están lastrando el desembarco de las redes sociales occidentales en mercados tan apetitosos como el chino, donde se imponen los dóciles gigantes locales. A este evidente riesgo hay que sumar los ataques informáticos, que quitan el sueño a los responsables de Twitter desde la oleada de perfiles secuestrados de hace unos meses, con consecuencias tan graves como el desplome de la bolsa estadounidense.

Que estalle un escándalo de privacidad: es la piedra de toque de toda red social, aunque de momento Twitter ha sabido mantenerse al margen de las mayores polémicas, espionaje masivo incluido.

Tranquilo, todo está bajo control

A pesar de lo mal que pintan algunos de los escenarios descritos, lo cierto es que el futuro de Twitter luce tan bien como el presente y no tendría por qué cumplirse ninguna de esas hipótesis. Más bien al contrario, las cosas debería ir viento en popa si las líneas maestras que la compañía ha dibujado un su formulario de registro se ponen en práctica de la manera adecuada.

Asalto a los mercados emergentes: al igual que sucede con Facebook, Costolo y los suyos tienen muy claro que el futuro de las redes sociales está en los países con potencial de crecimiento de Asia, África y América Latina. Será allí donde las cifras de usuarios sigan dando buenas noticias cuando la web toque techo en las potencias occidentales.

Apuesta decidida por la movilidad: la era de los ordenadores se ha terminado y pronto los dispositivos móviles serán la principal herramienta de conectividad, a expensas de lo que todavía está por venir. No solo basta con apostar de forma decidida por los móviles y tabletas (que ya lo están haciendo), sino que deberían ir pensando también en posicionarse de cara a los todavía incipientes 'smartwatchs' y gafas inteligentes.

Acuerdos con los medios tradicionales: últimamente parece ser la principal obsesión de la red social, que está empeñada en convertirse en la segunda pantalla de la televisión, el lugar donde los espectadores acudan para comentar en directo el programa de turno (y los anunciantes para reforzar sus mensajes). Además, también están haciendo hincapié en su potencial como plataforma de noticias, que no es pequeño si tenemos en cuenta que el 20% de las noticias aparecen en Twitter antes que en los grandes medios.

Mejorar la plataforma: los de San Francisco no quieren cometer el mismo error que Zuckerberg, que arruinó un buen modelo de negocio por dar la patada a los desarrolladores. De hecho, su intención es ir ampliando los servicios que ofrecen a terceros a través de su API, para así incrementar el número de aplicaciones que permiten a los usuarios interactuar con Twitter.

Alfombra roja al anunciante: tuits patrocinados, 'trending topics' patrocinados, recomendaciones personalizadas y pronto podríamos encontrarnos incluso con publicidad en los mensajes directos. Esto sin contar con los esfuerzos que está haciendo la compañía por mejorar su sistema de segmentación, que permitirá a los anunciantes dirigirse a 'targets' cada vez más concretos.

Lo cierto es que no sabemos cómo saldrá la jugada. Puede que la salida a bolsa de Twitter, más discreta que la de Facebook y planificada para no cometer los mismos errores, sea un éxito absoluto, o puede que sea el más monumental de los fracasos.

El caso es que, por primera vez, todas las cartas están sobre la mesa y parece que la red del pájaro no se está tirando un farol. ¿Ganarán la partida o se acabarán marchando desplumados?

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