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HAY COSAS QUE ES MEJOR OLVIDAR

Así elige Facebook los momentos que debe recordarte y los que no

Esos recuerdos que te asaltan en la red social de cuando en cuando no son escogidos al azar, aunque a veces lo parezca. Detrás de la escena que se muestra años más tarde en tu muro hay un complejo proceso de filtrado y clasificación que intenta rescatar sólo los momentos agradables.

Like de Facebook

Like de Facebook Agencias

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Entras a cotillear lo que están haciendo tus amigos y te topas, en primera plana, con una escena del pasado que hubieras preferido olvidar. Dichoso Facebook... Por suerte, no siempre sale mal lo del recordatorio: a veces acierta y te permite retomar el contacto con alguien a quien perdiste la pista hace tiempo o echar un buen rato de nostalgia con los que siguen siendo tus amigos.

En cualquier caso, hay una pregunta que siempre surge en la conversación: ¿cómo diantres elige Facebook los momentos que te muestra y los que no? ¿En qué se basa para pensar que quieres recrearlos? Los propios ingenieros detrás del servicio han dado la respuesta: básicamente, se trata de una combinación de filtros que excluyen lo indeseado y técnicas que asignan una prioridad a los recuerdos.

“Aunque no podemos predecir cómo reaccionará una persona al ver un contenido específico años más tarde, podemos aplicar algunas tecnologías –como el filtrado o los algoritmos de clasificación– para incrementar la probabilidad de mostrarte algo que resulte significativo y relevante, algo en lo que de verdad quieras verte reflejado y compartir”, afirman desde la red social.

Lo primero es asegurarse de que no aparezca aquello que preferirías olvidar, aunque no siempre lo consigan. “Por ejemplo, filtramos automáticamente los recuerdos con exparejas o con gente a la que has bloqueado”, aseguran. “También filtramos los recuerdos que una persona ignora para no volver a mostrárselos en el futuro”. Vamos, que si la primera vez no decidiste compartirlo, por algo sería.

Más allá de estos filtros automáticos, los de Zuckerberg han escuchado las súplicas de los usuarios, que querían más control sobre la herramienta, y han habilitado una página de opciones en la que se pueden descartar fechas o personas concretas de antemano, de forma que jamás aparezcan entre los momentos que Facebook nos recuerda. Esta opción está disponible en la versión de escritorio y pronto lo estará también en la app.

Tras el descarte, propio o ajeno, llega el momento de poner en orden las muchísimas escenas de tu vida que tienen un reflejo en la red social. Los recuerdos se clasifican mediante un modelo de aprendizaje automático ('machine learning' en inglés) que se basa en un seguimiento de tus acciones pasadas y presentes para predecir las futuras y obrar en consecuencia.

Este sistema funciona a dos niveles: personalización (no todos los usuarios quieren recordar lo mismo) y comprensión del contenido (saber qué sucede exactamente en cada foto o vídeo para decidir si es positivo y relevante). Lo primero se consigue analizando señales como las interacciones previas con los recuerdos (si se compartieron o se ignoraron), la información demográfica del usuario (edad, procedencia...) o ciertos atributos del momento (cuánto hace que sucedió, cómo se compartió...)

Entender el contenido es un poco más complejo. Facebook tiene herramientas de visión por ordenador que analizan los vídeos y las imágenes para entender lo que sucede en cada uno. Por ejemplo, “pueden detectar objetos, escenas, acciones, lugares de interés o si en una foto o vídeo hay contenido cuestionable”. Así es como la red social sabe que una hipotética imagen en la que apareces con tus colegas fue tomada en Torrevieja, cuando fuisteis de vacaciones a la playa y jugasteis al voley en bañador.

Entonces, ¿eso es algo digno de mostrarse? Pues depende de tus propias preferencias (que ya han analizado previamente) y de la experiencia compartida de miles de millones de personas que componen la enorme base de usuarios de Facebook. Y todavía, por desgracia, depende un poco también del factor suerte.

Los ingenieros reconocen que esta funcionalidad, que solo lleva un año entre nosotros, todavía está muy verde (“terminada solo al 1%”), y saben también que la memoria humana es muy compleja: “Las cosas que pudieron ser significativas o placenteras cuando se publicaron por primera vez se pueden convertir en recuerdos desagradables o menos importantes con el paso del tiempo, y viceversa”. Es difícil que las máquinas acierten con tantas variables en juego. Las pobres hacen lo que pueden.

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