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UNA DECISIÓN DIFÍCIL

¿Cuándo compensa reparar un teléfono o comprarse uno nuevo?

Cada vez tardamos más en renovar teléfono y optamos por reparar ¿Merece realmente la pena?

Un iPhone roto

Un iPhone roto mjaysplanet en Flickr bajo licencia CC

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Pagar las cuotas mensuales de nuestro flamante teléfono cuesta mucho, y peor aún es pagarlo a tocateja. Por eso queremos que nos dure bastante y lo cuidamos como un tesoro, aunque está siempre expuesto a golpes, baños y otras desgracias.

Hay dos factores muy importantes que están haciendo que ya no renovemos nuestros smartphones como antes. En primer lugar está la decisión de hace unos años de las operadoras de no financiar terminales para lanzarse a la guerra de tarifas. Luego está la percepción de que los nuevos modelos, incluyendo los de gama alta, no ofrecen grandes avances con respecto a los anteriores.

Así las cosas, si antes algunos renovaban terminal cada 24 meses ahora se pueden esperar un año más.

Un estudio de Deloitte afirma que el 60% de españoles prefiere optar por la reparación antes que comprar un teléfono nuevo al no observar mejores prestaciones que las de su modelo que le atraigan. Además, hay un auge de los talleres de reparaciones y muchas tiendas de venta están viendo como están compensando la caída de ventas con este negocio.

Pero, ¿merece la pena siempre reparar? Hay que tener en cuenta lo que cubre la garantía del terminal, tanto la del vendedor como la del fabricante. Pero veamos los problemas más típicos.

Roturas de pantalla y desperfectos exteriores

Esto pasa habitualmente y normalmente la sustitución no te va a costar más de 80€, aunque hay que estar seguro de que no tiene más daños internos o la factura se nos puede subir bastante, por lo que siempre es mejor pedir presupuesto y saber si hay garantía antes que dejarlo en manos de la tienda.

Otro tema son los pequeños botones y piezas. En algunos casos puedes encontrarlas, con manuales de reparación por internet, y en otras puedes sobrevivir sin ellas (usar un widget si se te fastidia el control de audio, por ejemplo).

La pesadilla del almacenamiento

Si tiramos por lo bajo en nuestro terminal (8 o 16 GB), al final siempre tendremos problemas de almacenamiento, a pesar de las limpiezas de cachés, desinstalación de aplicaciones o utilización de servicios en la nube. Esto delata que compraste uno de los modelos económicos, así que si tienes una necesidad imperiosa de espacio quizá sea el momento de rascarse el bolsillo. Porque las micro tarjetas SD no siempre son amigas de almacenar apps y algunos archivos...

Un sistema operativo anticuado

Con Apple lo tenemos claro cuándo sucede: en el momento en el que te dejan de actualizar (iOS10 ya no funcionará con el iPhone 4S, por ejemplo). En Android hay más jaleo, porque todavía hay fabricantes que incluyen la versión Kit Kat, de hace tres años, en lanzamientos de 2016.

Lo cierto es que las versiones más antiguas son más vulnerables a ataques y no les llegan actualizaciones ni parches de seguridad. Tienes dos opciones: o te rascas el bolsillo o  'guapeas' un poco tus pantallas con algún launcher.

Lentitud

Bienvenido a la sacrosanta obsolescencia programada y a las actualizaciones que, en este caso, ralentizan el dispositivo. Tienes dos vías: armarte de paciencia o restaurar tu dispositivo al estado de fábrica, mejor sin reinstalar copias de seguridad ni gaitas, así que guarda bien tus datos.

Bueno, aunque nos contradigamos con el punto anterior, podemos tirar por la calle de en medio: si va como una tortuga puedes reinstalar alguna versión anterior del sistema operativo y ver si así...

La batería

Es una cruz para todos y nosotros ponemos de nuestra parte a veces con cargadores, cables y baterías externas de dudosa procedencia. Aquí tienes que valorar lo que te costó el móvil y si merece la pena hacer un recambio original o un remiendo más económico para aguantar unos meses más.

El chapuzón

Cuidado ahora, sobre todo en verano, con mojar el teléfono. Lo primero que tienes que hacer es seguir nuestro plan maestro para resucitarlo, porque aquí no entran en juego la garantía y los seguros -estos últimos, según la OCU, no son muy beneficiosos, por no decir que son un poco sacacuartos-.

Si no revive, sólo te quedaría ver la categoría de resistencia al agua que tiene tu dispositivo y ver si ha fallado ante el líquido para reclamar. Cruza los dedos...

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