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MATRIMONIOS CONCERTADOS POR IA

El futuro en que un robot te busca novia ya está aquí (y es una pesadilla)

Igual que Spotify o Netflix saben perfectamente qué canciones y películas te van a encantar, las futuras apps de ligue serán capaces de escoger una pareja perfecta y totalmente compatible con tu personalidad... esa que la inteligencia artificial conoce mucho mejor que tú mismo.

Una pareja se da un beso

Una pareja se da un besoVisualhunt

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Que levante la mano quien no haya descubierto una canción a la que se ha enganchado gracias a las recomendaciones de Spotify. Que la levante quien no haya entrado en una espiral de reproducciones en YouTube a base de hacer clic en las propuestas de la columna derecha. O aquel que nunca haya agregado un nuevo contacto en Facebook, Twitter o LinkedIn porque la red social lo ha sugerido amablemente. ¿Nadie?

Nadie. Si existe un internauta que haya navegado por las tres 'uves dobles' sin hacer ninguna de esas tres cosas, es muy improbable que esté leyendo estas líneas. La enorme mayoría de nosotros ha asumido como algo de lo más normal que las aplicaciones nos ofrezcan consejo (o guía) sobre los siguientes pasos. La mayoría nos hemos acostumbrado incluso a que los algoritmos que controlan esas herramientas nos digan qué tenemos que hacer y tomen decisiones por nosotros, aunque a menudo no seamos conscientes o nos cueste un poco reconocerlo.

La inteligencia artificial ha conquistado innumerables terrenos de nuestro día a día, pero todavía hay uno que se le resiste: el del amor (o lo otro que queremos decir cuando lo llamamos de esa forma). Las webs y aplicaciones de citas van incorporando poco a poco fórmulas que nos ayudan a encontrar nuestra supuesta media naranja, pero todavía no hay una verdaderamente capaz de emparejar almas gemelas. Pero no es que falte mucho.

Loveflutter, una app británica con varios años de experiencia a sus espaldas, se promociona ahora como el primer servicio de ‘dating’ capaz de conocerte al dedillo con sólo analizar los tuits que has ido publicando. Si les das permiso para revisar tu historial en la red social del pajarito, el algoritmo que han desarrollado en colaboración con los investigadores de Receptiviti.ai, una plataforma capaz de analizar el lenguaje que empleamos en los tuits para elaborar un detallado perfil psicológico, te dirá qué tipo de persona eres y te buscará parejas posiblemente afines.

Perfil psicológico de Donald Trump según el análisis de su perfil de Twitter
Perfil psicológico de Donald Trump según el análisis de su perfil de Twitter | Loveflutter

Su objetivo es tener listo antes de que acabe 2017 un sistema capaz de comparar tus resultados con los de otros usuarios para obtener un índice de compatibilidad. No uno como los que elaboran las páginas más tradicionales (Meetic, Match, eDarling y compañía), que se basa en tus respuestas a un cuestionario (de dudosa utilidad) o las inclinaciones que tú mismo has revelado, sino uno para el que no podrás mentir ni hacerte pasar por quien no eres (salvo que previamente lo hayas hecho en Twitter, claro).

Pretenden incluso analizar las conversaciones que mantengas con tus ‘matches’ dentro del chat (lo bien o mal que te está yendo) para indicarte cuál es el momento idóneo para dar el paso al mundo real, si es que llega, y dónde debería ser la cita.

“Los tuits muestran tu verdadero yo”, afirma el fundador de Loveflutter, Daigo Smith, a 'Motherboard'. “Son más espontáneos que tus ‘posts’ de Instagram y muestran también tu lado ingenioso y humorístico. Creemos que Twitter aporta un buen retrato de tu personalidad”, asegura.

Y no anda desencaminado. Es evidente que damos muchos más detalles sobre quiénes somos y qué hacemos de lo que nos gustaría. Cuando una reportera de 'The Guardian' exigió a Tinder, ejerciendo un derecho que tenemos todos, que le remitiera una copia de la información que almacenaba sobre ella, recibió con estupor un mamotreto de 800 páginas. No sólo sabían todo lo que había revelado con sus 'swipes', sino también todo lo que les había dejado cotillear de Facebook, Instagram o Spotify a través de las integraciones. Y, por supuesto, tenían cada conversación almacenada.

Te vi en Tinder
Te vi en Tinder | Denis Bocquet en Flickr bajo licencia CC

En un futuro no muy lejano, aplicaciones como Tinder podrán saber mucho más sobre nuestra personalidad y estilo de vida gracias a las redes sociales. Sólo tienen que añadir a la receta un poco de ‘machine learning’. Con los algoritmos de inteligencia artificial adecuados, podrían averiguar si estamos deprimidos en base a nuestras fotos de Instagram o lo inteligentes que somos a partir de nuestros 'likes' de Facebook.

Toda esa información podría usarse no sólo para establecer compatibilidades, sino también, entre otras cosas, para detectar esas mentiras piadosas que contamos todos a la hora de rellenar nuestro perfil. Si te preguntaran si fumas, bebes o te gustan los perros y no dijeras la verdad, tus publicaciones y fotos en las diferentes redes sociales podrían delatarte. Y la web de citas podría limitarse a decírtelo (oye, no pongas eso, que sabemos que no es cierto) o podría ser más malévola y hacérselo saber a tus posibles intereses románticos.

De hecho, los servicios de ‘dating’ podrían emplear los datos para limitar el acceso. Así, sexistas, racistas, homófobos y otros perfiles indeseables podrían ser descartados antes incluso de acceder si vincular las redes sociales fueran un requisito previo. Esto ayudaría a reducir los problemas de acoso que sufre toda aplicación de citas, pero también podría derivar en todo lo contrario: discriminación por parte de la app.

Sin que la inteligencia artificial haya entrado en juego, ya hay plataformas que deniegan la entrada a los perfiles menos atractivos (personas que han estado casadas cuatro o más veces, por ejemplo) y otras muchas que han hecho de la exclusividad (sólo ricos, sólo blancos, sólo guapos…) su seña de identidad.

Hay más elementos que sumar a la ecuación. MeetMeOutside, una app de ligue para deportistas, pide a los usuarios que sincronicen sus pulseras Fitbit para demostrar que hacen ejercicio. Y eso es mucho más difícil de falsificar que una simple respuesta a un cuestionario. Lo mismo se podría hacer con tu historial de Netflix o Spotify para comprobar que te gustan las películas y canciones que dices, o con tu GPS para ver si acudes al teatro tanto como afirmas.

 

Además, los algoritmos son capaces de identificar patrones en los datos que ningún humano encontraría a simple vista. Ellos tienen acceso a un sinfín de información tuya, pero también a la de millones de otros usuarios que pueden comparar en busca de patrones increíbles. Cosas que ni siquiera tendrían explicación, como que las personas a las que le gusta equis programa de la tele suelen ser más inteligentes (y no tienen por qué ser documentales).

A medida que los sistemas de recomendación basados en inteligencia artificial fueran entrenando con los datos y volviéndose más y más precisos, sin duda serían capaces de buscarnos pareja mucho que mejor que nosotros mismos. Entenderían perfectamente cuál es nuestro tipo (morenos o rubias, altas o bajitos, regordetes o cachas de gimnasio), pero también los rasgos de la personalidad que mejor casan con los nuestros.

Ya hay algunos ejemplos impactantes. Hasta que Tinder lo mandó cerrar, Bernie.ai era un asistente personal que aprendía de tus ‘swipes’ en la aplicación para entender tus gustos y automatizar la tarea. En el futuro, una celestina digital estilo Bernie podría negociar con las celestinas digitales de otra gente en busca del acuerdo perfecto, una especie de matrimonio concertado futurista e increíblemente efectivo.

Míralo por el lado bueno: sería el fin de las citas desastrosas. Pero sí, también hay un reverso tenebroso que supone el fin de tu privacidad y hasta del libre albedrío. ¿Quién dijo que de los errores se aprende?

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