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Insultos y vejaciones en redes sociales: cómo actuar si creemos que hay delito
Usuarios que trolean, acosan insistentemente, publican fotos e información personal de otros con el único fin de dañar, destruir al prójimo. Envidia, maldad, amores frustrados o no correspondidos que vuelcan sus iras en el time line o en el muro de personas públicas (y no públicas) a las que no pueden acceder. Veamos cómo actuar ante los insultos en las redes sociales.

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A diario recibimos el reporte de incontables comentarios-en Twitter y Facebook la mayoría- en los que tenemos que leer todo tipo de “expresiones” desagradables. Discriminaciones racistas, sexistas, xenófobas y comentarios denigrantes, vejatorios o amenazantes, ocupan los muros de decenas de usuarios. ¿Qué hacer ante estos comentarios? ¿Estamos hablando de un delito?
Paso a paso
La primera reacción del usuario cuando lee un comentario del tipo de los anteriores es, en muchos casos, echarse la manos a la cabeza para clamar públicamente que el autor debe ser poco menos que ajusticiado y en algunos casos, incluso, llegar a desear su muerte en público. Dantesco. Pedimos justicia para comentarios inapropiados o delictivos y acabamos siendo nosotros mismos los que amenazamos. Ese no es el camino.
Diferenciar lo delictivo de lo que no lo es
Deberíamos ir delito por delito para arrojar algo de luz en todo esto, para determinar la delgada línea roja entre la libertad de expresión y lo delictivo, entre lo inmoral o cruel y lo penalmente sancionable. Veremos más adelante, en otro post, que hay miles de comentarios moralmente reprochables pero que no deberían ser ajusticiados bajo el derecho penal, donde se sanciona con prisión.
El Código Penal debería ser “la última ratio”, es decir, el último escalón al que recurrir y desde luego, no la primera vía para buscar el resarcimiento o con la que reprimir o evitar estas conductas. El que se hayan o no articulado otros medios para perseguir estos comportamientos no compete a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que, desde luego, hacemos lo que podemos con lo que nos habilita la Ley.
Captura de pantalla del perfil oficial de Policía Nacional en Twitter @policia
¿Quién está detrás de estos comentarios?
La pregunta del millón. Cuando se han ejecutado detenciones por delitos de expresión, es siempre una de las cuestiones: ¿qué tipo de ser humano amenaza, insulta, veja, hace comentarios denigrantes, discriminatorios o acosa insistentemente a su victima en redes sociales?
Lo que desde luego no he visto han sido personas desequilibradas o con bajo nivel cultural. Para nada. Proferir barbaridades o llevar comportamientos obsesivos que pudieran a constituir delito no conlleva un perfil cultural determinado. Lo que sí he venido observando durante años son ciertos rasgos comunes a estos perfiles que, en general, podrían venir propiciados por la propia dinámica de funcionamiento de la Red.
Estas personas poseen bajo autocontrol, no miden las consecuencias de sus actos, no son conscientes de la repercusión de las redes sociales, muestran poco respeto hacia los demás, a veces son agresivos, y sobre todo, poseen poca empatía. El sufrimiento ajeno les es indiferente. En el momento que tienen un objetivo, van a por él. Les ayuda mucho el anonimato, que les da seguridad y provoca que el control personal de sus instintos más primarios desaparezca, con lo que sus comportamientos, escudados en una “masa virtual” pasan a ser irracionales, extremos e irresponsables.
En muchos casos, cuando otros usuarios reportan públicamente a @policia o recriminan su comportamiento, el autor de los comentarios procede a la retirada de su perfil; lo que resta las posibilidades de rastreo para la policía. Los hay que piden públicamente disculpas (desgraciadamente, los que menos, cuando esa sería la respuesta más apropiada).
Hacer uno o varios comentarios no es, como dicen algunos ya detenidos por este tipo de hechos, “desproporcionado” o como dicen otros: “no he matado a nadie”. No hace falta “matar a nadie” para vejar públicamente la persona y la profesión de los demás, acosarles de forma tan reiterada que no puedan ejercer su derecho a expresarse con libertad e incluso, tengan que retirar sus cuentas porque las redes sociales permiten la actividad de estos perfiles. Crean a las víctimas mucho dolor personal y familiar; miedo, incluso a salir a la calle, dañando su imagen personal y reputacional.
Captura de pantalla del perfil oficial de Policía Nacional en Twitter @policia
Comentarios sobre personas que han tenido la desgracia de fallecer, en ocasiones, de forma muy violenta. Sea quien sea, desear su muerte no es delito pero pone de manifiesto la catadura moral; merecen respeto. Ciertos comentarios amedrentan, asustan, y causan dolor, mucho dolor. No sólo existe el derecho a la vida, también existe el derecho al honor, la intimidad, la integridad moral y la libertad que son vulnerados cada vez que se profieren este tipo de comentarios.
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