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¿COMPRA DE CAPÍTULOS? ¿VENTA SOCIAL? ¿PRECIOS DINÁMICOS?

Cinco formas de leer o vender e-books que no pasan la página del experimento

El libro electrónico busca nuevo modelo de éxito. Editores y escritores experimentan con fórmulas de venta y lectura que aún no superan la frontera del experimento: ¿Compra de capítulos?; ¿venta social?, ¿libros enriquecidos?Ninguna logra –aún- ser moda dominante en el negocio del e-book.

 

Congreso E-book

Un lector lee un e-book en su e-reader Arturo Calvo

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Así, la última tendencia dentro del mundo e-book es romper el concepto de libro como obra literaria para vender capítulos, fragmentos o páginas. Recordemos que esta fórmula ya la anunció Amazon, no como una revolución, sino como rectificación para así aplacar una rebelión de autores indies, descontentos con las regalías de Kindle Unlimited (tarifa plana por lectura).

1.- Fragmentación

Algunas editoriales experimentan con el contenido digital fraccionado, sobre todo, en e-books que así lo permitan por temática o estructura. Se probó con guías de viajes o manuales docentes; y, ahora, le llega el turno a la disección de los libros políticos. Por ejemplo, ‘#Ciudadanos. Deconstruyendo a Albert Rivera’ (Deusto), se comercializa a cuerpo completo o por partes, como si fuera un nuevo monstruo de Frankenstein.

Es una de las nuevas estrategias ‘de laboratorio’ que rodean a la venta y lectura del libro electrónico, con mayor o menor éxito. A veces, el experimento hace más ruido mediático que tintineo en la tesorería del editor; pero el lector amante del zapping siempre agradece la prueba, y error.

No en vano, SliceBook, por ejemplo, permite picotear de aquí y allá y que editor o lector compile su propio libro de relatos, libro de viajes, etcétera, con fracciones del fondo editorial disponible en su plataforma. El fragmento, como parte de un todo, se convierte aquí en un todo gracias los fragmentos. El monstruo de Frankenstein también le pidió a Víctor una novia.

2.- Venta social.-

El pago por fragmento, no es la última gota en la probeta. Hay más. La plataforma británica ValoBox, por citar iniciativas, también apuesta por ello. El lector, aquí, paga por lo que consume (párrafo, página, fragmento, etc.), en un modelo que han bautizado como ‘pay-as-you-go’.

Lo novedoso es que este pago por lectura (no por libro, sino por parte de un libro) añade un incentivo para el lector. Si lo comparte, puede ganar dinero. Como los módulos de ValoBox son embebibles –como vídeos de YouTube- el usuario puede compartirlos en redes sociales para lograr el 25% del precio de venta en el caso de que un seguidor o fan adquiera dicho e-book.

Con la venta social (social selling), el rol del lector se diluye. Lee, comparte y… vende. El editor ya tiene nueva red comercial. Toda su cantera de lectores. Así, pasamos página hacia la tercera fórmula del experimento de vender libros: el precio.

3.- Precios dinámicos

Contaba un editor recientemente que el precio no era ya un factor decisivo para vender e-books. Por mucho que las editoriales abaraten sus novedades, si no hay dinero a causa de la crisis, no hay ventas. Sin embargo, en otros mercados se está apostando por ello, frente a países, como el nuestro, donde la ley del precio fijo obliga al editor a etiquetar el mismo P.V.P. para todos los puntos de venta.

Los precios dinámicos no son algo novedoso para los usuarios de internet. Las aerolíneas de bajo coste ya lo usan como palanca de ventas. Vuelos muy baratos cuando no hay demanda, o muy caros cuando el avión bordea el overbooking. Con el e-book, se aplica la misma ecuación.

Las estrategias del precio que va y viene ya la han usado las editoriales españolas como leve incentivo en ciertos lanzamientos digitales (más baratos durante una semana, quince días o un mes), para luego regresar al punto de partida.

No han pasado mucho más de ahí, salvo excepciones. Los editores anglosajones sí son más osados, debido a una legislación más laxa. Eloy Sasot, de los departamentos Pricing, Data Science y Data Analytics de HarperCollins Publishers, hablará de su experiencia en el Congreso del Libro Electrónico 2015, buen momento para que el sector conozca más detalles.

4.- Autoedición

Precisamente, son los autores indies (autopublicados) los que más se han ejercitado abaratando sus novelas para relanzar anteriores ediciones o bien catapultar sus novedades. Todo por entrar en la opaca lista de e-books más vendidos en Amazon.

Los escritores indies ya comienzan a tomarse en serio por parte del sector editorial. No solo tuvieron su hueco en las dos últimas ferias del libro de Frankfurt, sino en el más reciente LIBER de Madrid. La supresión de la figura del editor, además, les ha permitido jugar más con el precio, al existir solo dos figuras: distribuidor –Amazon- y autor. Hasta ahora.

Porque sobre ellos se atisba una nueva forma de vender libros. Sus novelas autoeditadas, dicen los expertos, necesitarían de un fuerte apoyo de un editor digital –a caballo entre el editor de siempre, el desarrollador y el community manager- o bien que el propio autor adquiera conocimientos de editor 2.0. Ésa sería la nueva tendencia: cómo editar eficientemente su e-book, el uso de los metadatos, las tácticas de redes sociales para captar lectores, etc.

5.- Libros casi MOOCS

Finalmente, aparece otra fórmula de leer y vender. Aparece el libro electrónico como epicentro de la formación online. No se trata de que sea un mero material docente de universidades, master o cursos online, sino que el e-book sea ‘la propia universidad conectada’.

Así, los contenidos digitales no universitarios, de empresa, running, emprendimiento, de coaching, de autoayuda, etc. se enriquecen hasta convertirse en vídeos tutoriales multimedia, clases a distancia audiovisuales con apoyo bibliográfico (el libro como parte y soporte).

Dicho de otro modo, el aula (o la intranet) deja de ser el epicentro de la formación, y es el libro electrónico la molécula desde la cual se ejecuta el experimento. Planeta Hipermedia, por ejemplo, ya cuenta con un batallón de autores / profesores / presentadores dentro de su catálogo de management.

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Ninguno de estos cinco experimentos se ha convertido aún en moda dominante (como así hizo Spotify con la música, la tarifa plana y el streaming); pero ya burbujean dentro de la probeta, hasta derramase fuera de los muros del laboratorio.

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