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LA CALIDAD DE VIDA DE MADRID, A EXAMEN

Tu barrio puede perjudicar seriamente la salud

Un proyecto financiado por la UE, que planea analizar los riesgos para la salud cardiovascular de 90 barrios de Madrid, puede servir para establecer planes que vayan más allá del comportamiento individual y afecten a toda la población de una ciudad

Las zonas que facilitan la práctica de ejercicio pueden tener un gran impacto sobre la salud global de la población.

Las zonas que facilitan la práctica de ejercicio pueden tener un gran impacto sobre la salud global de la población. Ayuntamiento de Madrid

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Ya nos hemos acostumbrado a las advertencias sobre los riesgos para la salud de fumar o beber alcohol en exceso. En el futuro, es posible que también existan clasificaciones de barrios según sus efectos sobre la salud. Un proyecto financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC) va a medir esta variable analizando 90 barrios de Madrid desde el punto de vista del acceso a distintos tipos de comida, posibilidades para hacer ejercicio o acceso al alcohol y al tabaco. Después, estos datos se cruzarán con los registros sobre salud cardiovascular de 2.000 personas recogidos en centros de atención primaria. Con esa información, se pretende comprobar el efecto del entorno en aspectos de la salud que hasta ahora solo se trataban desde el punto de vista de los comportamientos individuales.

Nuestro riesgo cardiovascular no está solo determinado por la genética o por otros factores individuales de riesgo”, explica el investigador de la Universidad de Alcalá de Henares y director del proyecto, Manuel Franco. “Queremos comprobar qué influencia tiene el lugar en el que vives y en el que trabajas, para tratar de añadir a las políticas de prevención dirigidas al individuo otras con un enfoque más global”, añade.

Hasta ahora, ha sido posible demostrar la relación entre el nivel socioeconómico y la mortalidad cardiovascular en las sociedades occidentales. La falta de recursos económicos está vinculada a hábitos menos saludables y ahora este estudio ayudará a determinar por qué es así. “El gradiente social está clarísimo en todas las ciudades. La cuestión ahora es analizarlo”, apunta Franco. “Se podría explicar porque los ricos comen mejor o tienen mejores instalaciones para hacer ejercicio o viven en lugares menos contaminados”, añade. Pero hay casos en los que un estatus superior puede ser perjudicial para la salud. “Eso sucede en Atlanta, en EEUU, una ciudad con un alto nivel de renta, pero en el que todo el mundo necesita coger el coche para todo”, afirma Franco. “Esto hace que, pese a la renta, la gente tenga más peso y peor salud”, concluye.

Los datos que recoja este estudio, que incluirá el trabajo de médicos, biólogos, sociólogos, geógrafos, periodistas y demógrafos, se podrán convertir en una herramienta para crear, con datos en la mano, mejores diseños urbanísticos y unas políticas de salud que vayan más allá de las recomendaciones de salud para cada individuo. Ya existen estudios que estiman que una medida individual, como la puesta en marcha de un servicio público de alquiler de bicicletas en Barcelona, el conocido como Bicing, puede ahorrar hasta 12 muertes al año, tanto por los beneficios para la salud de la práctica de ejercicio, como por los que se derivan de la reducción de contaminación.

Un experimento involuntario

El planteamiento de Franco es fruto también de los resultados obtenidos por estudios realizados por el investigador en Cuba. Allí, durante el conocido como Periodo Especial, entre 1991 y 1995, once millones de habitantes se vieron forzados a una dieta involuntaria. La caída de la Unión Soviética dejó a la isla sin buena parte de los recursos energéticos que llegaban desde el país comunista. Además, tratando de aprovechar la esa debilidad sobrevenida del régimen de Fidel Castro, EEUU endureció el embargo contra Cuba. La escasez de alimentos llevó el consumo de calorías diarias de los cubanos de las 3.000 calorías diarias por persona a las 2.200, y la falta de combustible les obligó a caminar o utilizar la bicicleta para recorrer largas distancias.

Esa combinación de ejercicio y dieta conjunta de todo un país, mantenida durante cuatro años, provocó una pérdida de peso generalizada de unos cinco kilos por persona. Esa disminución de cinco kilos, según los autores de aquel estudio, podría reducir las muertes por diabetes en un 50% y los fallecimientos por enfermedades coronarias en un tercio. “La teoría que va detrás de este proyecto es la misma que está detrás del artículo de Cuba: no se trata de cambiar uno a uno a todos los individuos, sino de que todos cambiemos un poquito”, afirma Franco. Para combatir problemas como los cardiovasculares, “no se trata de que uno que está mal se cuide, sino que todos podamos caminar en lugar de coger el coche para todo o que no tengamos un restaurante de comida rápida en cada esquina antes de disponer de una frutería”, explica el también investigador del CNIC.

Esos pequeños cambios en los hábitos de vida, al ampliarse a toda la población tiene un efecto sobre la salud de la población mayor que el de que unos pocos individuos con alto riesgo cambien. “La gran mayoría de las personas que enferman no está en situación de alto riesgo”, señala Franco. “A la gente que no está en situación de riesgo, no los puedes vigilar y son los que están, sin saberlo, en una situación de mayor peligro”, explica. “De 100 personas a las que les da un infarto, 75 no tenían la tensión alta”, añade. Las claves para afrontar este problema de salud oculto pueden estar en los barrios, a la vuelta de la esquina.

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