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VESTIGIOS DE TIEMPOS DE GUERRA

El atolón Bikini, icono de las pruebas atómicas de EEUU, sigue contaminado 60 años después

Un estudio sobre las islas Marshal muestra como la radiación se ha reducido en la mayor parte del archipiélago, aunque sus antiguos habitantes y sus descendientes aún no podrán regresar.

Prueba nuclear en el atolón Bikini

Prueba nuclear en el atolón Bikini Marina de EEUU

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Entre los años 1940 y 1950, aquel que quisiera probar una bomba atómica en EEUU podía hacerlo en las Islas Marshall, donde se realzaron hasta 67 pruebas nucleares. Aquellos ensayos, y la consecuente lluvia radiactiva, obligaron a evacuar a cerca de 200 isleños, que tuvieron que abandonar sus hogares. Desde entonces han pasado 60 años y, aunque muchos de los desplazados y sus descendientes siguen queriendo volver a las islas, a día de hoy sigue sin ser posible.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista 'PNAS' muestra que los niveles de radiación se han reducido en varias zonas del archipiélago. Aunque la investigación, llevada a cabo por científicos de la Universidad de Columbia, ha mostrado que los niveles de radiación gamma, un tipo de radiación electromagnética que puede producir varios tipos de cáncer y problemas de desarrollo, varían significativamente de unas zonas a otras.

El estudio ha analizado sólo seis de las más de 1.000 islotes y pequeños atolones a los que llegó la radiación de las pruebas nucleares. En cinco de ellas, los niveles de radiación gamma fueron inferiores a 100 milirem por año, un valor muy por debajo del umbral de seguridad para la vida humana e incluso menor a la radiactividad natural a la que está expuesta el ser humano medio.

Atolón bikini en una prueba nuclear

Sin embargo, según las mediciones realizadas por los investigadores, “Bikini aún tiene niveles de radiación superiores a los acordados por los gobiernos de EEUU y la República de las Islas Marshall para garantizar la seguridad de los habitantes”.

Aún así, a pesar de que los niveles de radiación en Bikini fueron los únicos que estaban por encima de los niveles de seguridad, las mediciones apenas alcanzaron los 184 milirem por año, una cantidad que no es mucho mayor que la que se puede medir en el Central Park de la ciudad de Nueva York.

Con todo, los autores del estudio dicen que no todavía no están convencidos de que las islas sean lo suficientemente seguras para volver a ser habitadas y han explicado que se deben estudiar otras fuentes de exposición a la radiación, por ejemplo a través de los peces de la zona que puedan estar contaminados.

A pesar de que esta nueva investigación da algo de esperanza a los habitantes de las islas que quieren regresar a su tierra, el archipiélago sigue siendo el amargo recuerdo de una época en la que la locura atómica mantuvo en vilo al planeta.

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