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Di NO AL CONFLICTO PARA NO TENER PROBLEMAS DE SALUD

Todo esto es lo que sufre tu cuerpo y tu cerebro cuando discutes con alguien

Ganes o pierdas el debate, con cada nuevo argumento, subida de tono y ataque que recibes afecta a tu organismo, y las consecuencias para tu salud pueden ser mucho más peligrosas de lo que imaginas.

No presionéis aún más al cerebro, que ya está a tope

No presionéis aún más al cerebro, que ya está a tope Flick

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Aunque a algunas personas les encante y sean capaces de desquiciar a quienes les rodean con cualquier debate improvisado para que todos acaben enzarzados en una buena bronca, por lo general, discutir no es plato de buen gusto. Especialmente, para tu cuerpo que padece más con cada nuevo argumento a la defensiva que verbalizas que tus interlocutores. De la cabeza a los pies, así es como afecta el conflicto a tu cuerpo. Puede que la próxima vez te lo pienses dos veces antes de meterte en un debate descontrolado con subidas de tono y acusaciones innecesarias.

Tu cerebro

Está constantemente atento a los peligros que nos rodean, y cuando nos metemos en una discusión, no le queda otra que ponerse a trabajar a pleno rendimiento. Cuando percibimos que un gesto, una voz o una palabra parece amenazante, la amígdala –la parte del cerebro que se encarga de procesar las emociones– manda una señal al hipotálamo para que active la liberación de hormonas hacia la hipófisis y las glándulas suprarrenales.

Es entonces cuando nuestra mente tiene que decidir si nos luchamos o huimos, y si escogemos la primera, vamos a necesitar que esté ágil para poder procesar y elaborar argumentos rápidos que nos ayuden a ganar la batalla. Pero durante una discusión, pueden producirse efectos inesperados en nuestro cerebro:

Pérdida de la memoria a corto plazo: ¿alguna vez te ha pasado que en medio de una bronca se te olvida el argumento que ibas a decir? No se te está yendo la cabeza, es bastante normal. En una situación tensa como una discusión aumentan nuestros niveles de cortisol y nos estresamos, lo que, según demostró un estudio realizado en la Universidad de Iowa, afecta a la pérdida de sinapsis en la corteza pre-frontal encargada de organizar y reforzar nuestra memoria a corto plazo.

Deterioro de juicio social: Si discutimos a menudo, los niveles de estrés deteriorarán la capacidad de nuestro cerebro para manejar situaciones sociales complejas esporádicas. Es decir, perderemos la capacidad de argumentar con una base y reflexionar sobre nuestras opiniones mientras dialogamos. Lo que comúnmente se conoce como 'abrir la boca antes de pensar lo que queremos decir'.

Innovación y nuevas ideas: No todo es desgaste y falta de argumentos. Algunos expertos defienden que si somos capaces de mantener convertir las discusiones en conversaciones productivas, en las que se aporten nuevos puntos de vista, se escuchen todas las opiniones y uno sea capaz de integrar argumentos ajenos a los de su inventario, fortalecemos la capa exterior de los nervios del cerebro, lo que nos permite mantenernos activos y aportar ideas diferentes en una charla en lugar de darnos por vencidos en cuanto intuimos que se avecina bronca...

Tu cuerpo

Como te imaginarás, tras la tensión acumulada, una de las características más notables es que nos sentimos físicamente agotados. En ocasiones, incluso podemos acabar la batalla con alguna que otra contractura derivada del estrés muscular. Pero no te equivoques: no sólo estás cansado, tu cuerpo también puede notar consecuencias mucho más graves que un nudo en la espalda.

Una vez metidos en disputa, nuestro cerebro envía una señal que va desde el nervio de la médula espinal hasta las glándulas suprarrenales para que empiecen a liberar adrenalina. Cuando se disparan los niveles de ésta aumenta la cantidad de azúcar en sangre y, por lo tanto, nuestro ritmo cardíaco se acelera y se eleva la presión arterial.

Mientras discutimos se da un aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca

Si aprendemos a controlar nuestra rabia y no nos metemos todos los días en broncas innecesarias, no tiene por qué ocurrir, pero si abusamos de los debates verbales incontrolados e irracionales, tendremos más probabilidades de desarrollar enfermedades de corazón. Al menos así lo aseguraba una investigación publicada en The Journal of Personal Relationships, según la cual una excitación crónica del sistema nervioso autónomo –que se activa cuando estamos enfadados e irritados– puede afectar al sistema cardiovascular provocando estrés crónico, problemas de hipertensión e incluso enfermedades cardíacas severas.

Relájate y evita estar constantemente a la gresca, tu salud física y mental te lo agradecerán.

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