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HAY UNA ECUACIÓN EN MI POSTRE

La profesora que enseña matemáticas cocinando brownies de chocolate

Eugenia Cheng, investigadora y profesora universitaria, enseña matemáticas basándose en recetas de cocina. Deliciosos brownies, tartas y bizcochos de nata le sirven para explicar el esquema de pensamiento que caracteriza esta área científica. Un adelanto: el orden en el que mezclas los ingredientes altera el producto.

La receta de las clases de Cheng lleva algo más que pizarras y tizas.

La receta de las clases de Cheng lleva algo más que pizarras y tizas. Cortesía de Eugenia Cheng

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¿Qué tienen que ver unos brownies de chocolate con las matemáticas? Aparte de los números que denotan las proporciones y las cuentas que hemos hecho en el supermercado, hay otra cuestión en la que quizá no hayas caído: si no sigues los pasos adecuados –el orden de los ingredientes, la temperatura del horno, etc.−, obtendrás cualquier cosa menos el delicioso postre.

Lo mismo ocurre en esta área científica. “Al igual que una receta carecería de sentido si omitimos el método, no podemos entender las matemáticas sino sabemos cómo se cocinan”, explica la investigadora y profesora Eugenia Cheng en su libro ‘Cómo hornear pi’. Cheng, que se denomina a sí misma la ‘math-ster’ chef, se basa en diferentes platos para exponer teoremas, teorías y modelos de pensamiento.

Además de impartir clase en las universidades de Sheffield y Chicago, cuelga en internet vídeos de cocina matemática para enseñar la disciplina con un poco de azúcar −así pasará mejor, según Mary Poppins−. En ellos demuestra  cuánta nata hay que utilizar para rellenar un bizcocho, la mejor manera de repartir un pastel y cómo servir la copa de vino perfecta.

Cheng prepara deliciosas milhojas para explicar las particularidades de la teoría de categorías en matemáticas

También imparte un curso a los alumnos del Instituto de Arte de Chicago, unas lecciones a las que acude cargada con bolsas de ‘bagels’. Los corta siguiendo una banda de Möbious, una superficie no orientable, con borde y una sola cara, en la que se basa el diseño de las flechas del símbolo internacional del reciclaje.

En el aula, equipada con cocina, prepara también un postre al que ha bautizado como pastel Bach (en honor al compositor alemán). El nombre contiene los ingredientes principales de la tarta: bananas y chocolate, y la disposición de las tiras de hojaldre colocadas sobre la fruta ilustra las posibilidades de la teoría de nudos.

Como indica la profesora en su último libro, “la abstracción es como la preparación para cocinar un plato; reúnes el equipo y los ingredientes para tener la cocina menos abarrotada”, pero aplicado al cerebro. “Es el proceso de apartar las ideas que no necesitas para tu objetivo, así tu cabeza está menos cargada”, prosigue.

Una vez eliminados todos los estorbos, empieza la diversión. Puedes comenzar con algo fácil, como una de esas tartas que tienen un proceso de elaboración común pero que permiten cambiar el relleno.

Esa parte inamovible de la receta constituiría en matemáticas un modelo o fórmula que sería aplicable a todos los casos de pastel que cumplan ciertas características.

De todas formas, si finalmente te equivocas en la elaboración, tampoco te preocupes demasiado. Cheng nos anima a equivocarnos en las matemáticas y en la cocina: “Algunas veces cuando un plato sale mal, puedes haber inventado accidentalmente una nueva y deliciosa receta”.

Pone una suma como ejemplo. Si alguien te dijera que diez y cuatro son dos, probablemente pensarías que ha errado. Sin embargo, el resultado es correcto en ciertas circunstancias, como cuando hablamos del tiempo.

Porque si pasan cuatro horas desde las diez, el reloj marca, efectivamente, las dos. “El mundo de las matemáticas es más extraño y maravilloso de lo que mucha gente quiere contarte…”, sentencia esta particular chef.

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