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LOS MISTERIOS DEL CEREBRO

Esto es lo que pasa en tu cerebro cuando lees o escuchas un audiolibro

Un equipo de neurocientíficos ha creado mapas cerebrales interactivos para demostrar que procesamos de manera similar el significado de las palabras que vemos escritas en un texto y las que oímos en una historia dramatizada.

¿Prefieres leer o escuchar un audiolibro?

¿Prefieres leer o escuchar un audiolibro? Burst I Pexels

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El cerebro humano no procesa de la misma manera el significado de las palabras ‘gato’, ‘veinticinco’ o ‘madre’. Si bien es cierto que el córtex o corteza cerebral es la región encargada de interpretar el significado de aquello que leemos y escuchamos, las distintas palabras que percibimos activan diferentes áreas neuronales dentro de esta compleja estructura.

Hace algún tiempo, un equipo de neurocientíficos de la Universidad de California logró reconstruir este atlas semántico del cerebro en forma de mapas tridimensionales e interactivos donde aparecían las zonas responsables de procesar distintas categorías de palabras (personas, lugares, números, emociones, etc.).

Ahora, investigadores del mismo grupo han ido un paso más allá. Han demostrado en un nuevo estudio que las áreas que se activan para procesar las palabras que leemos en un libro son prácticamente las mismas que las que se activan cuando escuchamos las palabras en un audio del mismo texto.

Sus resultados sugieren que, en cuestiones semánticas, al cerebro le importa poco si lees una novela o si la escuchas en formato audiolibro. Van a activarse las mismas regiones cognitivas y emocionales para interpretarlas.

 El cerebro procesa de forma similar las palabras que escuchas que las que lees.
El cerebro procesa de forma similar las palabras que escuchas que las que lees. | : Sik-life I Pixabay

Lectura dentro de un escáner

Como en la anterior ocasión, los científicos han construido mapas del cerebro en tres dimensiones a partir de imágenes de resonancia magnética que registraron la actividad cerebral de personas que participaron en el estudio.

Esta vez, además de escuchar las historias del programa de radio 'The Month Radio Hour' dentro de un escáner, los voluntarios también tuvieron que leerlas mientras la máquina medía la distribución del flujo sanguíneo en el cerebro. Este indica qué regiones trabajan con más intensidad en cada momento.

Los investigadores compararon después los datos sobre actividad recogidos durante ambos ensayos (de lectura y audio), tratándolos para que los registros coincidiesen en el tiempo.

Los expertos utilizaron modelos estadísticos para agrupar miles de palabras en mapas cerebrales en 3D según su relación semántica, es decir, según la categoría a la que perteneciesen (visual, numérica, geográfica, emocional, social, etc.). Estos atlas interactivos les permitieron predecir qué palabras estimulaban unas u otras áreas de la corteza cerebral.

Mapas que muestran las similitudes entre el procesamiento semántico de palabras escuchadas (arriba) y leídas (abajo).
Mapas que muestran las similitudes entre el procesamiento semántico de palabras escuchadas (arriba) y leídas (abajo). | Fatma Deniz I Univerversidad de California en Berkeley

Interpretando los mapas del cerebro

Comparando los mapas obtenidos para las lecturas y para las historias escuchadas, pudieron comprobar que ambos eran prácticamente iguales y que las palabras eran procesadas en las mismas regiones del cerebro, independientemente el sentido por el que se habían percibido.

En una época en que cada vez más gente escucha audiolibros y podcasts de radio, el trabajo muestra que el cerebro “procesa la información de forma similar tanto si están escuchando como si están leyendo los mismos textos”, explica Fatma Deniz, autora principal del estudio, publicado en 'Journal of Neuroscience'.

Los resultados de la investigación tienen aplicaciones en el estudio del aprendizaje y de trastornos del lenguaje como la dislexia o la afasia. “Si en el futuro descubrimos que un cerebro disléxico muestra una rica representación del lenguaje cuando la persona escucha un audiolibro u otra grabación, podrían introducirse más materiales de este tipo en las aulas”, pronostica Deniz.

Desde el punto de vista clínico, estos mapas también podrían ser utilizados para comparar cómo procesan las palabras los cerebros de personas sanas y de individuos que hayan sufrido un infarto cerebral, epilepsia o alguna otra alteración que afecte al habla. Asimismo, los atlas podrían emplearse para estudiar los casos de personas con problemas para distinguir los sonidos o fonemas que componen las palabras.

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