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POR EL ALTO VOLUMEN

No, ir a una discoteca o a un concierto no pone en riesgo tu audición

Aunque después de acudir a un evento musical notes una peor audición, no te asustes. Incluso en conciertos o discotecas, donde el volumen se dispara, tu oído no está en riesgo.

Luis Fonsi en el concierto de Justin Bieber en Puerto Rico

Luis Fonsi en el concierto de Justin Bieber en Puerto RicoAgencias

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Después de pasar un rato moviendo el esqueleto en una discoteca o cantando a voz en grito los grandes éxitos de nuestro artista favorito en un concierto, ¿se resienten los oídos? Un nuevo estudio publicado en 'Frontiers of Neuroscience' lo niega rotundamente.

Según revelan sus pesquisas, no existen evidencias de que se produzcan cambios permanentes en las medidas audiométricas o electrofisiológicas que hagan desaconsejable acudir a un evento donde la música suena a toda pastilla.

Es más, tal y como aseguran los autores, procedentes de la Universidad de Texas, acudir a un evento ruidoso no origina cambios ni en la función neuronal de la sesera ni tampoco en la actividad de las células ciliadas sensoriales del oído interno.

La cosa llega a tal extremo de que ni siquiera en el caso de acudir a un festival de música se puede hablar de una posterior pérdida auditiva. Y eso pese a que es el tipo de eventos donde según los autores más suben los decibelios (103-104 dB) y más horas seguidas se exponen los individuos a la música alta (hasta 16 horas en su experimento).

Lo único que sí han detectado Colleen G. Le Prell y su equipo es que al día siguiente de acudir a un concierto, se nos da algo peor distinguir palabras pronunciadas por un interlocutor con ruido de fondo que en condiciones normales. La buena noticia es que el efecto es transitorio y desaparece pronto.

No es el primer trabajo que indaga acerca del efecto de los conciertos sobre la audición. Hace unos años, investigadores australianos comprobaron que, justo después de asistir a un evento ruidoso, perdemos temporalmente algo de audición. Sin embargo también coinciden en que no se trata de un daño duradero.

Lo que ocurre es, sencillamente, que los oídos, y en especial la cóclea, se protegen a sí mismos liberando una hormona llamada ATP. La hormona se une a un receptor y actúa a modo de escudo protector, reduciendo la sensibilidad al sonido. Transcurridas varias horas, o en ocasiones más de un día entero, todo vuelve a la normalidad.

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