TECNOLOGÍA DE LOS SENTIDOS
Crean una piel artificial con sentido del tacto
Ingenieros de la Universidad de Stanford han conseguido crear una piel artificial que es capaz de detectar la presión y enviar una señal eléctrica con información sensorial al una célula nerviosa.

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Cuando vemos una película de ciencia ficción en la que aparecen robots humanoides, solemos pensar en inteligencia artificial y en la complejidad de desarrollar una conciencia a través de una máquina. Sin embargo, pocas veces pensamos en la capacidad física de sentir que puedan tener. ¿Es posible que un trozo de plástico pueda sentir un roce?
Teniendo en cuenta que los estímulos no son más que impulsos eléctricos, no parece algo descabellado, y menos tras los últimos hallazgos de un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, que acaban de crear una piel de artificial que es capaz de sentir los cambios de presión.
La técnica se basa en la creación de una estructura de dos capas de plástico superpuestas. La capa superior es la que posee el mecanismo de detección y es capaz de diferenciar entre el roce de un dedo y un apretón de manos. La inferior corresponde al circuito que transporta las señales eléctricas y las transforma en estímulos bioquímicos compatibles con las células nerviosas.
La capa superior se basa en una técnica que utiliza plásticos y cauchos como sensores de presión mediante la detección de la deformación. El sistema funciona mediante la distribución de miles de nanotubos de carbono sobre la superficie. Cuando aumentamos la presión, los nanotubos se acercan, permitiendo que la electricidad fluya a través del sensor, mientras que al reducir la presión, el flujo de electricidad se reduce. Esta técnica es la que permite al sensor de plástico imitar la piel humana, que luego transmite la información de presión a través de pulsos cortos de electricidad al cerebro.
Para transmitir esta información, el equipo conectó este mecanismo de detección de presión a la segunda capa, que consiste en un circuito electrónico flexible capaz de llevar impulsos eléctricos a las células nerviosas. Por último, había que comprobar que la señal electrónica podía ser reconocida por una de estas células. Para ello se crearon una serie de células mediante bioingeniería, de forma que fueran sensibles a unos pulsos de luz específicos.
Mediante esta técnica los miembros del equipo diseñaron una pequeña red de neuronas que simulaba una parte del sistema nervioso humano. De esta forma comprobaron que las señales de presión electrónicas de la piel artificial se podían traducir en pulsos de luz que activaban las células nerviosas, lo que demuestra que la piel artificial era capaz generar una salida sensorial compatible con las neuronas.
Los avances de este equipo de investigadores, publicados en la revista 'Science', suponen un paso significativo en la creación de un cuerpo artificial. Sin embargo, aún estamos lejos de desarrollar una piel que encierre toda la complejidad de nuestro sentido del tacto. Hay que tener en cuenta que la mano de un ser humano tiene seis tipos de mecanismos sensoriales y este experimento solo ha conseguido reproducir uno de ellos.
Aún así, los investigadores quieren seguir avanzando y prevén el desarrollo de nuevos sensores que sean capaces de distinguir la pana de la seda, o la diferencia de temperatura entre un vaso de agua fría y una taza de café caliente.
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