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PONEMOS A PRUEBA LA SERIE

La ciencia de 'El juego del calamar'

Con la ciencia de la mano podemos pasar las pruebas de la popular serie… sin morir en el intento.

La ciencia de 'El juego del calamar'

La ciencia de 'El juego del calamar'Pixabay I Chetraruc

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A menos que hayas pasado las últimas dos semanas aislado del mundo, el último éxito global de Netflix, 'El juego del calamar', está en boca de todos. Pero no hay problema si aún no lo has visto. No destriparemos nada del argumento. El único anticipo que haremos sobre el argumento de la serie coreana es que los participantes deben atravesar una serie de juegos, la mayoría de ellos tradicionales del país asiático y muy populares durante la infancia del guionista, Hwang Dong-hyuk.

El primero de los juegos, antes de llegar al desafío principal, es el que ocurre en el metro y se llama Ddakji, básicamente un papel plegado, en modo origami, en forma de cuadrado. Los pliegues hacen que sea más firme que un trozo convencional de papel. El objetivo es dar la vuelta al ddakji arrojando otro de estos cuadrados. Aquí la clave no solo es el impulso o la suerte, la aerodinamia también juega un papel fundamental. Si el ddakji al que apuntamos tiene las esquinas irregulares (no están paralelas al suelo) hay que apuntar a ellas, para que el aire creado por el ddakji que lancemos lo de vuelta. En cambio, si es nuevo y muy plano, lo ideal es apuntar al centro y de plano para que la fuerza del impulso se transmite de modo parejo a toda la estructura y reciba más aire.

Entonces sí, llegamos al verdadero desafío con la icónica muñeca de la serie o Mugunghwa Kochi Pieotseumnida… que es ni más ni menos que un escondite inglés. Solo que con una muñeca gigante con sensor de movimiento. Aquí la ciencia y la tecnología aportan varias claves. Muchos sensores no solo detectan el movimiento, sino también el calor. Por lo tanto, una ducha de agua fría previa puede ser de mucha ayuda. Los detectores de movimiento en general funcionan con movimientos bruscos y a corta distancia. Mientras estemos lejos podemos movernos rápido y un trecho más largo, pero a medida que nos acercamos, deben ser movimientos mucho más controlados. Alejarse de los demás también ayuda: evita que el sensor nos identifique erróneamente y que nos tropecemos u otro lo haga con nosotros.

El siguiente juego es el de la popular galleta Ppopgi o Dalgona. La tradición coreana vinculada a este dulce asegura que si logramos comer el exterior del mismo sin romper el interior, el vendedor nos regala otro. El protagonista Gi Hun descubre un truco: lamer la parte posterior para hacerlo más delgado y fácil de quitar. ¿Esto realmente funciona? Sí. Y la explicación científica tiene que ver con las moléculas de azúcar. La dalgona está hecha con azúcar derretida y un poco de bicarbonato de sodio. Para obtener la consistencia crujiente tan fácil de romper, el bicarbonato de sodio reacciona con el azúcar caliente y se airea.

Cuando ponemos un poco de saliva, el azúcar reacciona porque es soluble en agua y eso ayuda a quebrar la estructura, sin romperla: el agua guía a las moléculas de azúcar por el camino que queremos. Pero esto no funciona con otros líquidos como el aceite porque las moléculas de azúcar son atraídas por las moléculas de agua, incluso más de lo que son atraídas por otras moléculas de azúcar.

Llegamos a un juego muy conocido por todos: tira y afloja. El juego es una representación de la tercera ley de Newton: para cualquier acción hay una reacción igual y de sentido opuesto. Cuando nos sentamos en una silla, nuestro cuerpo ejerce una fuerza hacia abajo sobre la silla y la silla ejerce una fuerza hacia arriba sobre nuestro cuerpo. Estas dos fuerzas se denominan fuerzas de acción y reacción. Parece entonces que dependerá pura y exclusivamente de la fuerza con la que tiremos de la cuerda. No. La realidad es que también depende de la fuerza que podemos ejercer contra el suelo: si solo nos concentramos en tirar y el otro equipo tira con la misma fuerza, al final uno se resbalará y el equipo perderá la partida. Y si solo nos concentramos en mantenernos en pie y sostener la cuerda, esta se irá volando. La clave es equilibrar la fuerza de tensión de la cuerda con la de apoyo en el suelo.

Otro de los juegos con ciencia es el puente de cristal. Obviamente este no es un juego infantil… digamos que es como una rayuela, con riesgo de muerte.

En el episodio 7 de 'El juego del calamar', los 16 jugadores que aún están vivos se enfrentan a este desafío. Las reglas son simples: 18 pasos hasta el final del puente, cada paso nos enfrenta con dos baldosas de cristal: una segura y la otra un pasaje directo a la muerte. Aquí la clave es la estadística. Alejandro Martinez Vargas, científico de datos,ha escrito una teoría sobre las probabilidades de sobrevivir y cuántos se esperaba que crucen el puente de manera segura. Y en este caso la clave es ir lo más tarde posible. Quien primero pase: quien primero se enfrente al puente tiene una probabilidad del 100% de desbloquear al menos 1 paso. Por supuesto, hay un 50% de posibilidades de seleccionar el vidrio seguro, en cuyo caso, el jugador también desbloqueará el siguiente paso (ya que hará un segundo salto). A medida que avanzamos, el porcentaje de acierto se reduce: un 25% de probabilidad de llevar a cabo 2 saltos seguros (lo que desbloquearía 3 pasos para el resto de jugadores), 12.5% de probabilidad de lograr 3 pasos seguros y así sucesivamente. De acuerdo con Martínez Vargas, si cada jugador desbloquea 2 pasos y hay 18 pasos en total, la lógica nos indica que ser el jugador número 10 nos garantizaría el éxito. Aunque en el juego solo hayan sobrevivido (alerta spoiler), apenas tres.

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