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AHORA ES UN PHOTOCALL DE CELEBRITIES

Me acuerdo cuando Instagram era casi un museo de fotos

El arte de los fotógrafos móviles perdió visibilidad en Instagram una vez que Facebook abrió las puertas de su filial a las celebrities, adolescentes y postureos. Para establecer un símil: Instagram se parece hoy más a Youtube y menos a lo que era; es decir, Vimeo.

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Me acuerdo que hace más de dos años me descargué la app de Instagram y empecé a curiosear quién publicaba allí sus fotos. Me daba cierto reparo subir una instantánea mía para que apareciera junto a las microhistorias urbanas de Sion Fullana, los imposibles reflejos de Luison, la street photography de Aurora Michavila o las siluetas de Philippe González.

Apenas me importaba que aquellas fotos se realizaran con el móvil o con una cámara profesional. Intentaba averiguar cómo demonios las habían logrado y con qué filtro.

Como novato en Instagram, retrataba cosas nimias, una señal de tráfico, un zapato huérfano de dueño, una mochila de árbitro de fútbol abandonada en la puerta de una iglesia. Tenía esa timidez neófita –y cierta envidia- de quién vigila de soslayo a los más seguidos de la red social de fotografía móvil.

Y, la verdad, deslizar el dedo por cada una de aquellas foto-historias me hacía sentir como si tuviera entre mis manos una exposición internacional. Luego, todo cambió: fue el 9 de abril 2012.

“Tras la compra de Facebook, en Instagram ves chicas adolescentes, personal trainers, gente de la moda o la cosmética, o celebrities. La red social se  ha convertido en eso, en una extensión más del propio Facebook”, explica Luis Rodríguez, @luison en Instagram.

Quedé con estos miembros del colectivo igers en una céntrica calle de Madrid para que me explicarán por qué Instagram había perdido “ese toque artístico” que todos envidiábamos en sus comienzos.

La respuesta era siempre la misma. Facebook, Facebook, Facebook…

“Quizás, antes muchos igers vivíamos en nuestra propia burbuja, entendiendo Instagram como una red social que permitía compartir nuestra afición por la fotografía. El hecho de que haya entrado mucha gente joven desde Android hizo que ellos también compartieran fotos, de su casa, de su gato, de su viaje”, dice Philippe González, fundador del colectivo igers y de Instagramers.

No en vano, cuando regreso a Instagram aparecen postureos de pies, galletas con cafés con leche, mira qué guapa estoy hoy frente al espejo, mininos, caniches y demás mascotas, tus vacaciones, las de tu madre, que ni siquiera sé quién es. Y me parece que estoy en Youtube, y esto era… Vimeo.

“Nosotros seguimos estando, pero más escondidos. Ahora, el porcentaje de los que están interesados en la fotografía es muchísimo menor, pero cabemos todos”, añade Luis Rodríguez.

“En las páginas más populares, había muchísimas fotos de calidad de usuarios muy reconocidos y con muchos likes. Ahora, un famoso logra estar antes en el top con su foto. Pero Instagram nunca se ha considerado una plataforma de fotografía artística, sino una red social para compartir tu vida”, repite Philippe González.

Como dije antes, todo cambió el 9 de abril, de 2012. Fue el día en que Facebook compró Instagram por mil millones de dólares. Y muchos fotógrafos móviles se vieron eclipsados bajo el influjo de Sergio Ramos, Justin Bieber, Madonna o Heidi Klum. Ellos, ellas, son la nueva élite de Instagram.

Así, el arte móvil se ha quedado enterrado bajo los millones de fotos de celebrities que pasean por alfombras rojas, photocalls y mil eventos -digamos- insustanciales. Y, luego, estamos los demás, los pocos que buscábamos referentes de la fotografía, los que nos equivocamos pensando que este era el lugar.

“Instagram no es una red social para fotógrafos artísticos, es una red social que refleja lo que es el mundo. Es normal que los amantes de la fotografía hayamos perdido visibilidad cuando éramos un millón y ahora 150 millones de usuarios. Sin embargo, a los que nos gusta la fotografía móvil, siempre nos encontraremos en pequeños círculos de intereses”, finaliza González.

9 de abril de 2012, como dije antes. El día que Instagram dejó de ser casi un museo de fotografía contemporánea. El día que la mayor red social de fotografía móvil se transformó en un corro de celebridades. O en una ventana que da a un patio de instituto.

Así es la dura realidad, en definitiva. Aunque siempre quedará la resistencia.

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