Cuando ambos aclaran que su primera toma de contacto fue otra muy distinta, el psicólogo les pide que se expliquen y le confiesen la verdad sobre su pasado, ya que se juega su prestigio como profesional con el libro. A lo largo de la entrega, Brennan y Booth recuerdan paso a paso cómo se conocieron y cómo se desarrolló el primer caso al que se enfrentaron como compañeros. La doctora también rememora en qué consistía su labor en el Jeffersonian antes de trabajar para el FBI y cómo formó su actual equipo. Hodgins, un trabajador con fama de gruñón y tres doctorados, mantenía muy mala relación con Zack, el ayudante de la doctora Brennan, un joven desvergonzado y obsesionado con ser un gran científico. Angela, por su parte, era una artista que se ganaba la vida pintando retratos al aire libre y pretendía reunir dinero para volver a Paris. Las circunstancias les llevaron a colaborar con Brennan en su primer caso con el FBI y a partir de ese momento no dejaron de hacerlo. Booth trabajaba como agente especial en el FBI y tenía muy buena relación con Cam, que estaba destinada en las mismas dependencias y conocía su problema con el juego. Fue ella la que le aconsejó que acudiera a la doctora Brennan en busca de ayuda para esclarecer las causas de la muerte de una joven cuyo caso estaba a punto de cerrarse. Ambos profesionales, agente y científica, tuvieron que hacer frente a la atracción que surgió desde el primer momento en que se vieron. Los dos formaban un gran equipo y saltaban chispas entre ellos. Sin embargo, algo impidió que la relación llegase a formalizarse, y Sweets necesita saber qué fue para comprobar si la conclusión a la que llega en su libro es válida. al final del capitulo, Booth se le declara a Brennan, pero ella, con mucho dolor, y argumentando no poder adaptarse, lo rechaza.