Nuestras naranjas, nuestros viñedos, nuestros olivos, el marisco. Toda nuestra riqueza gastronómica podría perderse por los efectos del cambio climático ¿Se imaginan una huerta valenciana sin cítricos? ¿Las Rías Baixas sin nada que pescar? ¿O el vino y el aceite importados de otro país?

¿Se imaginan una España parecida en su clima al norte de África? Todas estas suposiciones, casi apocalípticas, podrían hacerse realidad en el año 2050. Es lo que revela un informe sobre el cambio climático en nuestro país que prevé una subida progresiva de hasta 4 o 5 grados de media para dentro de 35 años.

Un aumento que no sólo se reflejará en los termómetros. Veranos más largos y más extremos, que en algunos puntos podrían llegar a los 50 grados. Menos lluvias regulares y una pérdida de hasta el 16% de nuestra hidografía, perdiendo por el camino numerosos ecosistemas y humedales como Doñana, las Tablas de Daimiel, o la Albufera valenciana.

No obstante, las tormentas serán más fuertes y descontroladas y las oleadas de polvo subsahariano más frecuentes en la península. En el norte se instalará un clima mediterráneo y el sur será mucho más árido. Pero no sólo estarían en peligro las huertas y cultivos. Calor y tormentas se traducirían también en riesgos para la salud: mosquitos, alergias.. son sólo algunos de los efectos negativos derivados del clima.

Todo esto podría ocurrir si no hacemos nada para evitarlo. Ya que, eso sí, según el informe, este cambio al que estamos abocados aún podría remediarse. Pasando, por descontado, por un cambio en el modelo de consumo energético. Apostar por energías renovables y medios de transporte limpios, como la bicilceta, ayudaría  a atenuar las consecuencias de un cambio climático que podría llegar a convertir nuestro país en un desierto inhóspito.