El juez Castro ya ha encontrado sus arrepentidos en el caso Urdangarín: Robert Cockx y Mario Sorribas han cambiado sus declaraciones ante el juez para denunciar los presuntos chanchullos del duque de Palma.
Arrepentimiento es lo que ha movido a estos dos hombres a confesar los pecados. Pero no los suyos, sino los de Iñaki Urdangarin.
El primero es Robert Cockx, supuesto testaferro que facilitó una empresa y una cuenta en Suiza para el cobro de 375.000 euros. El segundo, Mario Sorribas, apoderado en la empresa Aizóon, cuya propiedad comparten Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina de Borbón.
Ambos han relatado supuestos manejos ilegales del Duque después de negarlos en anteriores declaraciones. Con la "revelación", Urdangarin se acerca al infirno de las graves acusaciones de corrupción que pesan sobre él.
La Fiscalía Anticorrupción considera que las declaraciones de Sorribas se unen a la de este otro hombre, el publicista Miguel Zorío, para "cerrar el círculo" de la supuesta trama delictiva del Instituto Nóos, la malversación de seis millones de euros que pagaron los Gobiernos balear y valenciano por distintos eventos.
Mario Sorribas dejó a su antiguo jefe sin coartada posible. Antigua mano derecha del duque, Sorribas confesó que el Duque hizo caso omiso a su suegro, el Rey, cuando éste vetó sus negocios privados en 2006.
Pero no sólo eso, también confesó que la empresa Aizóon, estaba más cerca de lo divino que de lo humano. Porque humanos, humanos, no tenía: ni un solo trabajador contratado. Todo sería un invento de Urdangarin para justificar la factura de un millón de euros como consejero y no declarar el IRPF por ser rendimiento del trabajo personal. Por eso, Urdangarin dio de alta en Aizoon a familiares, empleados de su hogar y estudiantes.
Robert Cockx confesó ayer haber cobrado una comisión del 5% a cambio de prestar su empresa y su cuenta suiza para cobrar 375.000 euros por parte de Aguas de Valencia. Esta empresa contrató los servicios del Duque para asesoramiento de proyectos internacionales desde el Mar Muerto hasta el Magreb.
Así pues, tras estas confesiones, el yerno real tendrá que modificar su defensa si no quiere… ser condenado por esos 'pecados'.
EL JUEZ CASTRO SIGUE IMPASIBLE SU INVESTIGACIÓN