Amanecía en Escocia cuando comenzaron a publicarse los primeros resultados. En Dundee, en Glasgow y en el resto del país, a través de las televisiones, todos estaban pendientes.

En el número diez de Downing Street, la sede del primer ministro británico, David Cameron andaba con paso firme, sabedor de que ha esquivado definitivamente una transición que no deseaba.

Pero mientras él abordaba en su atril el futuro de un Reino Unido con Escocia, miles de personas vivían en las calles sentimientos encontrados. Los que estaban a favor de la escisión no perdieron nunca la esperanza.

Así, mientras unos se lamentaban de la victoria del ‘No’, la euforia se instalaba entre aquellos que rechazaban una Escocia fuera del Reino Unido. Un ‘No’ que ha aceptado el primer ministro principal de Escocia Alex Salmond, agradeciendo el más de millón y medio de votos favorables al ‘Sí’.

Asimismo, ha alabado el proceso democrático que el país acaba de vivir. Eso sí, no se olvida que, como contraprestación al ‘No’, Londres prometió mayor autogobierno que ahora, recalca, ha de cumplir.

Aunque no será él quien lo gestione, pues este mismo viernes, Alex Salmond ha anunciado su dimisión tras el rechazo generalizado a la independencia. Ya sin él al frente, la rutina en Escocia poco a poco vuelve a la normalidad. Las imprentas trabajan en ediciones especiales y los voluntarios recogían las últimas cajas con las papeletas.

Esas que en su mayoría han dicho ‘No’ a la escisión de Escocia. Al final, después de una jornada histórica para el país, Escocia se quedará en Reino Unido y los independentistas sin su líder.