"Sólo quiero que se sepa que soy un buen jugador, da igual que sea gay". De esta forma hizo pública su homosexualidad el jugador de Los Ángeles Galaxy Robbie Rogers. Una situación mucho más complicada de darse en España, donde el fútbol y la homosexualidad no casan, precisamente.

"La sociedad ha asumido que el fútbol es cuestión de machos y testosterona", afirma Rubén López, responsable de Deportes EF.

Para muestra de ello, dos asociaciones gays iniciaron una campaña en la red social Twitter para promulgar una liga sin homofobia. Para el funcionamiento de la misma, solicitaron a jugadores y distintas figuras de este deporte que enviaran mensajes de apoyo a la campaña, en contra de la homofobia. De momento, no han conseguido ninguna respuesta.

"El resultado de la campaña demuestra que el tema homosexual en el fútbol es un tabú", considera Rubén.

Ni el público parece concienciado. Tampoco los jugadores, los árbitros, clubes o la federación hablan del tema. De hecho, en la liga de fútbol y en la Asociación de Futbolistas han dicho que nadie va a hablar sobre un tema como éste. Es necesario remontarse años atrás para escuchar a un entrenador o  futbolista español hablar de, según parece, un tema tan espinoso.

Explicaba Gurpegui, jugador del Athletic de Bilbao, que el rechazo de algunos futbolistas a exponer su homosexualidad podría deberse al miedo de la reacción del público. Podría tener razón.

Un estudio del Ministerio del Interior ha presentado por primera vez datos sobre delitos de odio: agresiones por racismo, religión, discapacidad u orientación sexual, con resultados sorprendentes. De los 1172 incidentes registrados el año pasado en España, 290 fueron contra discapacitados, 380 por motivos de raza y 452, el récord, por homofobia.

"España es un país tolerante pero todavía quedan remoras machistas", asegura Jesús Generelo, secretario general de FEGLTB.

El futuro ha de ser diferente. Al fin y al cabo, consta de dos equipos, un árbitro, un campo y el sueño de ganar. ¿Lo demás importa?