Empieza el último desfile de temporada del PP. Verán que no falta casi nadie. Hombres fuertes del partido, como Javier Arenas, presidentes autonómicos como Feijóo, y alcaldes como la valenciana Rita Barberá, bien acompañada del número 3, Carlos Floriano.
Evento en un hotel de lujo con glorias de aye rcomo Rodrigo Rato y de hoy como los ministros Fátima Báñez o Arias Cañete aunque no han estado todos. No hemos visto, por ejemplo, a Ana Mato. Hemos visto a la vicepresidenta sonriente, muerta de frío y abriendo camino a Rajoy. Las carcajadas las aportaba Esperanza Aguirre. Con tanta gente, mesas de grandes dimensiones para desayunar.
Nadie se quería quedar sin sitio. Y al final llega la estrella, María Dolores de Cospedal, que beso a beso, se preparaba para su gran mañana. Todo a punto por un cierre de filas. Hay quien ha cuestionado su gestión del caso Bárcenas, pero Cospedal se siente más arropada que nunca. Era una buena ocasión para preguntar después de tanta conferencia por pantalla y ruedas de prensa a cuentagotas.
Aunque, entre la lluvia de preguntas por escrito, al moderador le ha costado, y mucho, escoger boletos del caso Bárcenas. Entre la cara de cierta preocupación de la primera fila, el rostro desconexión de otros, y los cuchicheos de algunos, nos hemos tenido que conformar con referencias genéricas a la corrupción.