Están viendo el callejero de Madrid, abarrotado, ¿no? Toda calle con su nombre, ni una sola huérfana de nomenclatura. Pero aun así, en un mes hay que hacer hueco. Quieren ponerle una calle a Gabriel García Márquez.

Y no cabe. No es por el nombre, que se podría quedar en Gabo a secas, sino porque otros 20 ilustres aguardan su sitio, por necrológico orden de llegada. Algunos les sonarán más, otros menos pero los hay que llevan 12 años sin su calle. Resulta que la crisis del ladrillo también creó esta otra lista de espera.

Tanta como para acumular más de 35.000 calles, y ni por ésas. El último bautismo colectivo fue hace dos años y hubo que recurrir al extrarradio: Valdebebas tenía 60 vías anónimas. 47 se las quedaron arquitectos y el resto las repartieron. Samaranch se quedó una, otra Gutiérrez Mellado y, supuestamente, esta calle en obras tiene el hueco reservado para la placa de Fraga.

Y son de los aventajados, a los que directamente han colado en la lista de espera. Será que aquí también cuenta lo de tener contactos. Su calle, la de Thatcher está a punto de inaugurarse en pleno centro de Madrid, aunque no guste a todos.

Sara Montiel es una de las pendientes desde hace un año. También José Luis Sampedro, Antonio Mingote, Santiago Carrillo... Aunque a la cabeza está este hombre, García Lomas, el último alcalde de Madrid nombrado por Franco está a la espera desde 2002. Los hay que dirían que a cambio todavía quedan más de 150 calles con nombres franquistas.

Porque sí, rectificar y renombrar, es parte de la solución. O de santos, ya puestos, casi omnipresentes. Porque San Andrés tiene calle, plaza, costanilla y hasta travesía. Aunque oigan, lo que está claro es que cuando el personaje ilustre gusta, el transeúnte no se conforma con hacerle hueco de cualquier manera.