Los edificios históricos son el nuevo objetivo de los 'espías' tecnológicos para mejorar su mantenimiento y prevención y aumentar su seguridad. "Si somos capaces de medir lo que les está ocurriendo y aplicar medidas correctoras muy económicas vamos a evitar el deterioro de estos edificios", explica Jesús Castillo, Director del departamento de conservación del patrimonio.

Aunque por fuera la ermita de Santamaría de Canduela, puede parecer una ermita normal y corriente, en su interior esconde todo un laboratorio tecnológico, el MHS Lab.  "Nos permite escuchar, saber lo que les ocurre y también podemos actuar cuando sea necesario", explica Jesús Castillo.

En esta construcción de 1.000 años de antigüedad, científicos, arquitectos e ingenieros de la Fundación Santa María de la Real, monitorizan cientos de variables para su mantenimiento y conservación.

"MHS Lab nos permite saber lo que ocurre tanto en el interior como en el exterior del edificio", explica Begoña García, responsable de MHS Lab.

No es la única construcción histórica monitorizada, la muralla de Ávila o la catedral de Palencia, también están ya vigiladas. En el exterior una pequeña instalación de paneles solares, abastece a la ermita.

En su interior, un auténtico universo tecnológico, la puerta se abre con una llave magnética y las luces se encienden solas. Diversos sensores detectan la humedad, miden la presión e incluso el estado de la madera.

Las vibraciones de un tren que pasa cerca, son captadas por un acelerómetro, e incluso los bancos donde los feligreses se sientan se calientan solos, un plan con el que se ahorra energía.

"Estamos centrados en dos áreas, por un lado los temas relacionados con el mantenimiento preventivo del edificio y por el otro la gestión del mismo, la seguridad o la eficiencia energética", explica la responsable del proyecto.

Esta tecnología permite evitar casos como el del castillo de San Felipe, en Ferrol, donde el mal estado en el que se encuentran algunas zonas del castillo ha obligado a su cierre al público.