En 'El Saladillo', en el sur de Algeciras, el 40% de sus habitantes, está en paro. Está catalogada como zona de alto riesgo de exclusión social, pobreza y marginación por la junta andaluza. Ayoub Khazzani vivió con sus padres en este barrio, en un piso humilde en la quinta planta del edificio, durante un año.

Nadie responde al telefonillo, pero sus familiares están en el interior de la vivienda porque a veces se les ve asomarse a las ventanas. Sus vecinos prefieren no hablar. Los pocos que se atreven, siguen sorprendidos. "No sabíamos nada, estamos sorprendidos", explica un vecino.

El joven llegó desde Tetuán con su familia. Trabajaba con su padre que se dedica a la chatarra. Junto a él frecuentaba las tres mezquitas que hay en el barrio.  "Estamos sorprendidos, condenamos cualquier ataque terrorista, este también", explica Kamal Cheddad, presidente de la comunidad musulmana en Algeciras.

La Policía Nacional seguía a Ayoub muy de cerca como sospechoso de yihadismo. Quizá por eso cuando en 2014 le pisaban los talones, se fue a Francia.  Su padre dice que se fue a trabajar a una compañía telefónica. Que aquí no había trabajo. Y que el hambre es lo que ha convertido a su hijo en un terrorista.

Es el mismo argumento de la abogada del joven en París. Que aterrorizó a los pasajeros del tren con un kalashnikov porque pretendía robar para comer. Dice que está muy delgado.

Toda Algeciras está especialmente vigilada por la Policía desde hace meses. Desde los atentados de Francia en que el nivel de alerta antiterrorista se elevó a cuatro sobre cinco. El Saladillo, como el resto de la ciudad, es zona caliente como puerta de entrada del norte de África.