El 26 de octubre Mariano Rajor decía en Murcia que "unas pocas cosas no son 46 millones de españoles", así hacía mención de los últimos casos de corrupción. Sin embargo, dos días después pedía "discuplas en nombre del Partido Popular a todos los españoles". Un cambio radical.

Cada vez más voces dentro del PP pedían al presidente que diese la cara. Primero fue Esperanza Aguirre de forma muy sutil, hablando horas después de que estallara la 'Operación Púnica', sobre su responsabilides dijo que no quería eludirlas al tenerlas. Sin embargo, no fue la única.

José Antonio Monago, presidente de Extremadura, ha declarado que "hay que actuar, lo está reclamado todo el mundo y especialmente los afiliados del PP en España". Un hartazgo que tuvo su mayor reflejo en el PP vasco. Íñigo Arcauz escribía que estaba "triste y harto de la corrupción, fuera los mangantes ya, no todos somos iguales".

A las presiones internas se suman las de los medios más conservadores. En un editorial de 'ABC' se ha podido leer que "si no llegan pronto las reacciones sólo quedará el relevo de la cúpula actual o la resignación de la sociedad que terminará en la condena de las urnas".