Comienza un nuevo curso escolar pero muchos gobiernos autonómicos no han hecho sus deberes. "Faltan aulas de ciencias, de informática...", afirma Mireia Torré, madre de alumnos de primaria.

Por faltar, hasta les falta el colegio entero. En Barcelona, más de 300 alumnos llevan seis años recibiendo clases en barracones de obra. La Generalitat les dijo que era algo temporal pero los cursos pasan y los chicos siguen sin colegio.

El hacinamiento hace que, gracias a unas mesas abatibles, el aula de música se convierta en el comedor cuando suena el timbre.  Cada año aumenta el número de alumnos y los barracones se deterioran más.

En Valencia, hace 5 años que los alumnos del Colegio 103 esperan mudarse de unos cubículos. Sin luz natural ni biblioteca ni gimnasio, los padres creen que es una estrategia para que sus hijos acaben en centros concertados. "Los que nos negamos a ir a un colegio concertado y hacer caso a la Administración porque creemos en este tipo de educación y en los profesores que están aquí, nos tenemos que jorobar", afirma María Jesús Algas, vicepresidenta del AMPA del colegio.

En Batres, un pequeño pueblo madrileño, Álvaro y Claudia nunca han conocido un colegio de ladrillo. Solo unos barracones de obra donde los juguetes se acumulan por el suelo.
Hace tres años que se puso la primera piedra del colegio, pero las obras no avanzan. Hasta le han pedido ayuda al cantante Macaco para que sus niños no se crien entre barracones de obra.