Villancicos reivindicativos para protestar contra el tijeretazo sanitario, rebeldía en forma de música que acompaña a la acampada de los trabajadores de Sant Pau.

Llevan ya un mes de lucha indefinida. Judith García, auxiliar de enfermería ha manifestado que "el día a día es difícil, el desgaste empieza a notarse y es inevitable". Ella hace malabarismos para conciliar su vida familiar y laboral con su lucha por la sanidad pública.

Y como ella, 200 trabajadores se turnan para dormir en tiendas de campaña en el hospital. María José lleva 37 años en el centro y ha mencionado que los recortes "son un espolio a todo lo que hemos ido trabajando estos años".

Los trabajadores estarán acampados hasta el 2 de enero, día en el que el comité de empresa se reúne, y entonces decidirán si siguen con la acampada o buscan otras estrategias.

Pero hasta ese día, incluso los compañeros ya prejubilados como Jacob arriman el hombro para que la protesta sea más llevadera. Él mismo ha dicho que "es muy duro, lo hago por lo compañeros y por la juventud, hay que decir basta ya". Porque quieren mantener viva una sanidad pública herida de muerte.