En la estación de Santa Justa, en Sevilla, el caos esta mañana era evidente. Con la circulación de los trenes hacia Madrid suspendida y con la semana arrancando, muchos no sabían si llegarían a trabajar. Otros nos contaban que, con el de hoy, ya llevaban dos días perdidos. Los más afortunados han dormido en casa de amigos. Los menos, se han quedado literalmente sentados en el andén... pero sin música. Todo con la intenión de viajar cuanto antes.

Por eso, cuando parecía que el primer tren estaba a punto de partir, los viajeros no han dudado en arremolinarse alrededor del revisor.

Tarde, enfadados y cansados, han ido saliendo.

El caso de Noel es distinto. Él empezó su viaje en Figueres, en Girona. Veinte horas después lograba llegar a su pueblo, en Granada. No le han dado agua ni comida. En su tren desde Madrid (ese que salió alrededor de las 20h y que a las 22h no había pasado de Parla) tampoco había cafetería donde poder comprar nada. Tanto es así que, en un momento dado del viaje, muchos han ido a la máquina expendedora por miedo a quedarse horas y horas sin ella. Varios cambios de tren después, ha llegado. Eso sí, con la sensación de que no le han informado bien.

Desde Renfe nos cuentan que "han movilizado a más de 1.500 trabajadores, tanto en los centros de Gestión de Operaciones y equipos de atención al cliente (presencial y telefónica), refuerzo de personal a bordo de los trenes, además del apoyo en centros de gestión de todos los territorios, equipos de sistemas y tecnología para habilitar las opciones de cambio y anulaciones sin coste, así como en las bases de mantenimiento para agilizar los procesos de entrada y salida de trenes en los mismos".Así lo dicen en su nota de prensa. También nos enseñan el centro de operaciones desde el que, entre otras cosas, se mandan los mensajes informativos.

Sin embargo, en Atocha, encontramos a gente que dice también sentirse desinformada. Algunos llevan intentando llegar a su destino desde el domingo.

El cansancio es común a todos ellos. La paciencia, solo a algunos. La mayoría cree que la situación podría haberse gestionado mejor. Nos dicen que la lluvia es inevitable, pero el caos no.