Un grupo de 21 inmigrantes ha pasado siete horas en la playa, bien pegados los unos a los otros, sólo se movieron para coger el agua y los bocadillos que les facilitó la Cruz Roja, como si estuvieran en una burbuja de aislamiento, todo por ser sospechosos de tener ébola.
La alerta saltó muy temprano, cuando exhaustos tras tres días a la deriva, desembarcaron 21 inmigrantes en la playa de Maspalomas. Entonces, de inmediato sonó el teléfono de Cruz Roza.
Cruz Roja atiende desde la oleada de pateras de 2006 todas las llegadas a la costa y José Antonio Rodríguez es el coordinador. En esta ocasión, a bordo de la embarcación iban cuatro personas con fiebre, por lo que era imposible no pensar en el ébola. De inmediato se activó el dispositivo y se avisó a Sanidad.
José Antonio Rodríguez ha explicado que "fue necesario esperar tres horas a que llegara un facultativo". El sevicio canario de Salud ha confirmado que mientras los inmigrantes esperaban ellos movilizaban los equipos médicos, pero el problema fue que hicieron el viaje varias veces porque la información les llegaba poco a poco. La primera ambulancia que mandan, incluso va sin mascarillas ni guantes.
Llegaron incluso a mandar un intérprete, aunque Cruz Roja asegura que una de las inmigrantes hablaba perfectamente español. Todo ello, sin aproximarse a menos de dos metros, incluso la Policía se coloca a 200 metros para evitar que se acerquen bañistas. No obstante, nunca se activa el protocolo por ébola. A las siete horas los médicos certifican que no tienen ébola, que proceden de Marruecos y que hace más de un año que no están en países donde hay ébola.
La polémica sigue, una foto ha desatado una segunda crisis en la gestión. En ella se ve que los inmigrantes son trasladados en un camión de basura. El Ayuntamiento de la localidad ha dicho que no tenían otra forma para cruzar las dunas y el Gobierno canario ha pedido una investigación. Tachan el suceso de lamentable y bochornoso.
TUVIERON QUE ESPERAR POR SI TENÍAN ÉBOLA