La tradición dice que tras poner el candado hay que arrojar la llave en el río Tíber. Los hay de todos los tipos y colores.

Aunque desde el pasado mes de septiembre está prohibido seguir colocando candados en el Puente Milvio de Roma, son muchos los que no pueden resistir la tentación. La sanción por tal osadía es de 100 euros, pero son muchos los han decidido correr el riesgo.

La idea se ha exportado a otros puentes como el de Triana de Sevilla.