Pepita jamás pensó que a sus 67 años tendría que comprarse una bicicleta para poder ir al médico o hacer la compra: "Yo la cojo y ale, para adelante", afirma alegre Pepita.

Es el día a día de los 2.000 habitantes de la barriada murciana de Ermita del Rosario. Viven aislados, sin transporte público. El gobierno murciano ha suprimido la única línea de autobús. Y de esto hace ya casi 2 años. "No tenemos servicio médico, no tenemos colegio, no tenemos nada. Entonces hay que desplazarse a la ciudad", afirma una vecina del barrio. "Con el autobús puedo ir al médico, si no tengo que buscar un taxi", explica otra vecina.

Cuatro kilómetros les separan del centro de Murcia. Se la juegan a diario por un camino lleno de curvas que no tiene ni aceras. "Cuando se cruzan dos coches pasamos verdadero miedo"

Por si no tenían suficientes obstáculos, los vecinos de esta barriada tienen que atravesar las vías del tren, un paso a nivel que parece una rampa y que no tiene un espacio señalizado para que crucen los peatones. "Tengo que subir la cuesta corriendo, si no no puedo subirla", cuenta Pepita.

El ayuntamiento ha solicitado al gobierno regional que restituya el servicio. La oposición critica la desidia de ambas administraciones. "Primero deterioró el servicio cambiando los horarios y haciéndolos irregulares. Esto es el primer paso para decir que el servicio no es rentable y que por lo tanto tiene que desaparecer", reflexiona Esther Herguedas, integrante de IU en Murcia.

Confían en que la promesa de resolver el problema no pase de largo. Están cansados de esperar. Ya son casi 2 años lo que lleva de retraso.